En esta Vigilia de oración nos convoca María Inmaculada. Nos disponemos a orar juntos, contemplando a la llena de gracia y madre nuestra. Cuando el tiempo de Dios llegó a su plenitud, visitó la tierra y llamó a la puerta del corazón de una mujer, una puerta que siempre estaba abierta. Habló con ella, traía una Buena Nueva para la humanidad.
Dios siempre escoge un lugar sencillo y pobre para entrar en el mundo, entra en la historia delicadamente, saludando, pidiendo acogida. Se acerca a la humanidad invitando a la alegría, generando vida y esperanza. María está a la espera. Su corazón pobre y sus manos vacías, abiertas y libres, acogen los planes de Dios, que traen la dicha y la paz para la humanidad. Ella es nuestro modelo y nuestra inspiración.
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