Los Puntos de Convergencia Más Importantes en las Grandes Tradiciones Espirituales

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.    Cuando observamos todas las grandes religiones del mundo nos percatamos de que son más semejantes que diferentes en el modo cómo entienden la búsqueda espiritual, el camino del discipulado y de la santidad. Cuando estudiamos el cristianismo, el judaísmo, el Islam, el hinduismo, el budismo, el taoísmo y religiones indígenas, podemos deducir estos puntos de convergencia más importantes:

  • Primero, en todos ellos el objetivo de la búsqueda espiritual es el mismo, unión con Dios y unión con todos y con todo lo existente. Hay disciplinas diferentes, comprensiones diferentes de Dios y diferentes interpretaciones de la vida, pero todas las grandes tradiciones espirituales están buscando en el fondo la misma cosa, unión con la divinidad y, a través de ella, paz entre unos y otros y paz con la creación entera.
  • Segundo, todas las principales tradiciones espirituales entienden que la senda para la unión procede de la compasión. En cada gran tradición espiritual, lo que la religión intenta conseguir en definitiva es formar un corazón que esté propiamente modelado por la compasión y la sabiduría. Entonces, y sólo entonces, el culto, el dogma y la justicia se realizan correctamente.
  • Tercero, en cada gran tradición espiritual, el camino para la compasión y la unión con Dios es paradójico, ya que exige que de alguna manera tengamos que perdernos para encontrarnos a nosotros mismos, morir para volver a la vida, y dar para recibir. Cada gran tradición espiritual nos enseña que no podemos lograr la alegría, el deleite y la felicidad personales sólo esforzándonos por conseguirlos activamente. Estas actitudes son siempre consecuencia de otra cosa opuesta, a saber, de intentar crear alegría, deleite y felicidad para los otros. Cada gran tradición espiritual debería sentirse a gusto con la oración de San Francisco, que dice que al dar recibimos, al consolar a otros nos sentimos consolados y al esforzarnos por comprender a otros nosotros mismos somos comprendidos.
  • Cuarto, todas las principales tradiciones espirituales tienen claro que el progreso espiritual exige dura disciplina y algunas renuncias dolorosas, ya que seguramente la ruta más transitada no te va a llevar a tu hogar. La puerta que se abre al cielo es siempre la estrecha, la que exige disciplina y renuncia. Ciertamente la palabra “discipulado” procede de la palabra “disciplina” (de la que tomamos nuestro reducido sentido de la palabra “yoga”).
  • Quinto, todas las grandes tradiciones espirituales nos dicen que la búsqueda espiritual es una aventura de toda la vida, un viaje sin atajos, sin sendas expeditas, sin secretos escondidos y sin reclamo de privilegios que puedan saltarse la disciplina y de la renuncia exigidas. También nos dicen que no hay áreas exentas dentro de la vida espiritual y que no hay áreas morales o sicológicas que podamos pasar por alto o borrar como insignificantes o poco importantes. Ninguna gran tradición espiritual nos permite elegir entre integridad personal y justicia social, entre santidad personal o acción política. Todas ellas nos dicen que ninguna de las dos áreas es negociable.
  • Sexto, en cada gran tradición espiritual tanto el consuelo como la desolación, tanto el fervor religioso como las noches oscuras del alma, tienen un rol importante en el viaje y aventura espiritual. Ambos proveen un necesario -aunque muy diferente- modo de nutrirlo. Todas las tradiciones nos advierten que no debemos identificar el progreso espiritual sólo con consuelo y fervor. Así mismo todas ellas nos advierten que no tenemos que hacer de la desolación, de las noches oscuras y del sufrimiento un fin en sí mismos.
  • Séptimo, y quizás sorprendentemente, todas las mayores tradiciones espirituales dan poca importancia a los fenómenos extraordinarios en la aventura espiritual. A las visiones, estados alterados de conciencia, trances místicos, éxtasis, milagros y apariciones de personas o fuerzas del otro mundo, sean benignas o malévolas, relajantes o espantosas, se les da poca importancia en cada gran tradición. Estos fenómenos pueden ser reales y pueden marcar nuestras vidas, pero no son indicadores infalibles de crecimiento y progreso real. Según todas las grandes tradiciones, este crecimiento y progreso tienen lugar dentro de la rutina ordinaria de la vida. En cada una de las grandes tradiciones espirituales, las cosas esenciales que Dios quiere que conozcamos son públicas, están a disposición de todos y se nos ofrecen por escrito. Todas las tradiciones distinguen entre revelación pública (que obliga a todos) y revelaciones privadas (que pueden ser muy significativas, pero que no obligan a todos y no son la revelación más destacada ni aun dentro de la vida de la persona que las ha recibido).
  • Octavo, todas las principales tradiciones espirituales afirman que, mientras estamos en ruta espiritual, encontraremos grandes tentaciones y poderosos demonios, que debemos identificar y tomar en serio. Todas las tradiciones religiosas nos advierten contra la ingenuidad, especialmente la ingenuidad con respecto a ciertas tendencias innatas dentro de nuestro propio carácter y dentro de las dinámicas de toda muchedumbre.
  • Por último, todas las grandes tradiciones espirituales están de acuerdo en que la aventura espiritual será siempre, en parte, misterio. Así como el Dios que encontramos en esta aventura es en el fondo inefable, así también lo es la experiencia de su búsqueda. Al fin, nunca encontraremos palabras y conceptos adecuados, ni para comprender ni para describir lo que experimentamos en el viaje. De aquí que todas las tradiciones nos adviertan con insistencia de no pensar nunca que nuestra percepción de las cosas es adecuada, ni siquiera de manera remota.

Todas las grandes tradiciones religiosas están de acuerdo: El camino es estrecho y difícil. Y no hay atajos.