«En adelante no peques más»
Imagino que, para la mujer, estas palabras serían como un bálsamo para el alma. Al borde de la muerte (y vaya muerte, apedreada), sabiéndose culpable (pillada in fraganti) y sin esperanzas, de repente se ve libre. Sola, delante de un hombre que, sin violencia ni gritos, se ha librado de todos los acusadores. El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Ahí queda eso. Cada vez que celebramos – sí, celebramos – el sacramento de la Reconciliación, hacemos el propósito de no pecar más. Eso es lo que la Iglesia nos pide. Pero quizá nos falte la motivación. Si has estado al borde de la muerte, seguramente miras la vida de otra manera, y es más fácil no pecar. Revisa tu disposición para ser mejor. Y, sobre todo, revisa tu forma de juzgar a los demás. A lo peor, Jesús también te saca los colores, por ser de los que iban ya con la piedra en la mano.
Oración.
Señor Jesús,
que has venido a salvar y no a condenar. Ayúdanos a quitarnos
las gafas de sancionar,
y haz que seamos capaces de ver
a los demás como Tú los ves.
Danos la posibilidad
de ponernos en su lugar
y ábrenos siempre a conceder
a todos una segunda oportunidad.
Amén.
