Esta imagen está rodeada de leyendas. Se nos presenta al icono como pintado por el mismo san Lucas, sobre la tabla de la mesa que usaría la Sagrada Familia. La emperatriz Elena la llevó en el siglo IV de Jerusalén a Constantinopla, donde permaneció cerca de cinco siglos. Posteriormente fue llevada a la región de Galitzia (Polonia). Los caballos que la transportaban se pararon bruscamente en la ciudad de Belza, rehusando proseguir el viaje. De esta manera se supo que la Madre de Dios había elegido aquella ciudad como lugar para su icono. Cuando la región pasó a dominación polaca, la ciudad de Belza con su icono pasaron a ser propiedad del reino de Polonia.
En el siglo XIII los bárbaros los tártaros que habían invadido Roma, llegaron ante Belza y la asediaron. El príncipe Vladislao mandó sacar del castillo el icono venerado y colocarlo en los muros de la ciudadela. Durante el combate una flecha se incrustó en el icono alcanzando el rostro de la Virgen abriendo una herida de la que comenzó a manera sangre. Esta herida es aún visible. Los asediadores cubiertos por una nube y se retiraron en completo desorden.
A fines del siglo XIV otro príncipe Vladislao hizo construir un monasterio sobre el monte Jasna Gora, en los alrededores de Czestochova y confió su cuidado a los religiosos de la Orden Paulina. Según los cronistas, el icono fue colocado en el monasterio el 7 de septiembre de 1382. Fue siempre objeto de gran veneración de católicos y ortodoxos. En 1813, estando Polonia bajo dominación rusa, el zar Alejandro I ordenó realizar una copia de esta Virgen y la hizo colocar en la catedral de Kazán en San Petersburgo.
La Virgen de Czestochova viene representada como una Virgen Odigitria (Guía) con el Niño sobre el brazo izquierdo. El niño gira ligeramente la cabeza hacia la derecha, pero mira al espectador. Con la mano derecha hace el gesto de la bendición, mientras que con la izquierda aguanta un libro cerrado. Los colores y ornamentación son muy particulares, ya que el manto de la Virgen es azul verde, cubierto de flores de oro. También los vestidos del Hijo son muy recargados. Todo ello indica que el icono no ha sido decorado por un artista bizantino, sino por un occidental. Algunos dicen que pudiera ser realizado por un pintor del círculo de Andrea Vanni de la escuela de Siena a fines del siglo XIV.
Luis María García Gaya