MADRE DE LA VIDA
Virgen habitada por la vida;
Virgen llena de gracia;
Virgen pronunciadora de «síes» profundos;
Virgen admirativa y admirable;
Virgen sugeridora de lo nuevo;
Virgen del silencio y de la contemplación;
Virgen del camino y de los necesitados;
Virgen de lo oculto y del saber estar;
Virgen acogida y acogedora,
Madre de Jesús,
Virgen creyente primera;
Virgen silencio y espera.
Virgen donde todo se hace vida.
Madre de Jesús,
Virgen de la vida
Una de las primeras páginas de la Biblia (Gn 3,20) nos dice que Adán llamó a su mujer Eva, \’por ser la madre de todos los vivientes. El texto hebreo hace allí un juego de palabras: Eva se dice Hawwah, término casi idéntico al también hebreo Hayyah, que significa vida; por eso, en la traducción griega del AT, realizada en los siglos III-II antes de Cristo, se nos dice llanamente que Adán llamó a su mujer "vida" (griego, Zoé).
NUEVA EVA: VIDA QUE SE EXPANDE EN VIDA
Desde el siglo II de nuestra era, los teólogos cristianos hablaron de María como la nueva Eva, porque vieron en ella una vida que se expande en Vida, la tierra fértil en la que la vida divina toma forma humana. Siglos más tarde se creó la "Salve", oración en la que María es invocada como "vida, dulzura y esperanza nuestra". Otras veces se ha subrayado más bien la contraposición entre Eva, que engendra hijos para la muerte originada por su pecado, y María, la que da a luz al autor de la vida.
En el Antiguo Testamento la vida es el atributo esencial de Dios. Cuando él jura, lo hace "por mi vida", y, cuando el creyente jura, lo hace "por la vida de Yahvé", que es designado también como "el que vive por los siglos de los siglos" (Dn 4,31, 12,7). En la literatura clásica castellana es bien conocido el juramento "vive Dios".
La vida es, además el gran don que la humanidad pide a Dios y espera de Él; los salmistas le suplican: "Danos vida, para que invoquemos tu nombre", "tú nos darás la vida y tu pueblo te alabará jubiloso". Incluso alguna vez le "chantajean", diciéndole que sólo los vivos pueden alabarle.
LA VIDA SE MANIFESTÓ
La más antigua reflexión cristiana sobre la Navidad se atiene a lo esencial; ante una realidad tan densa no hay espacio para adornos. El cuarto evangelista afirma escuetamente: "la Palabra se hizo carne… y hemos visto su gloria", expresión que en la primera carta de Juan recibe una variación: "la Vida se manifestó"; y comenta el autor que, gracias a esa manifestación, pudo ser contemplada, palpada,… y luego testimoniada. Pero ¿dónde y cómo se manifestó esa vida? Mateo, en su segundo capítulo, ya nos presenta a María como el expositorio de la vida; los magos que buscaban al Mesías "vieron al Niño con María su Madre" (Mt 2,11). Ella, la que líneas antes aparece encinta por obra del Espíritu de Dios, es ahora la encargada de ofrecer su regalo a los exóticos visitantes.
La discreción de los evangelistas no les ha permitido entrar en la psicología de María encinta; se limitan a mostrarla acogiendo la vida que Yahvé deposita en sus entrañas y paseándola entre su pueblo como la antigua arca de la alianza hacía presente al Dios vivo en medio de Israel. María peregrina de Nazareth hacia la montaña de Judea repite el recorrido del arca de Dios hacia la ciudad de David.
FELIZ PORTADORA DE LA VIDA
Pero, sin renunciar a su respeto por el misterio, se atreven tímidamente a dar un paso psicoteológico: la portadora de la vida es feliz por ser creyente. Saben que, gracias a su fe, "lo que te ha dicho el Señor se cumplirá" (Lc 1,45). Pablo entendía mucho de ese poder creador de la fe; cuando ésta se hace presente, Dios da existencia a las cosas que aún no existen y pone vigor y fecundidad en un varón anciano y en una mujer estéril (Rm 4,17-20).
La vida debe celebrarse; por eso Lucas nos muestra a María, la portadora de la vida, como una mujer cantora: ella proclama, su espíritu se alegra, enaltece la santidad del nombre de Yahvé y pregona que su misericordia es grande y sus promesas no son un cuento; el cántico del Magníficat (Lc 1,46-55) termina evocando a Abrahán, el creyente en el poder de Dios y fecundo gracias a ese poder. La historia de la salvación, de la vivificación de la humanidad por el Dios que la ama, tiene una continuidad coherente.
ELLA HA CUMPLIDO SU MISIÓN
¿Y después del Nacimiento de Jesús? María se nos oculta por haber cumplido su misión. Ahora se nos invita a contemplar la vida que ella ha plantado en nuestro mundo. Esporádicamente hace acto de presencia en las bodas de Caná, donde su intervención permite recuperar el aire festivo de los tiempos mesiánicos. Jesús -la vida que María ha colocado en el mundo- hace realidad la promesa isaiana del Dios que organizará para todos los pueblos un "festín de manjares suculentos y vinos de solera, manjares enjundiosos y vinos generosos. Y aniquilará la muerte para siempre" (Jn 2,1-11; Is 25,6-8).
Aparentemente la vida será arrebatada de los brazos de María. El Apocalipsis habla del dragón que quiere devorar a la criatura de la Mujer; pero ella es alimentada por Dios mismo en el desierto, en tierra hostil, y su Hijo se presenta finalmente como el gran triunfador y la demostración irrefutable de que las dentelladas pasajeras de la muerte tienen poco que hacer frente al Dios que es vida y creador de vida: "Estuve muerto, pero he aquí que vivo por los siglos de los siglos" (Ap 1,18).
(Severiano Blanco cmf en "Iris de Paz" Diciembre 2005)
VIRGEN INMACULADA
Déjanos celebrarte, Virgen Inmaculada,
ahora que conocemos la obra de Dios en ti.
Déjanos cantarte
y canta tú con nosotros al Señor,
porque nadie como tú sabe cantar
la bondad y la misericordia del buen Dios.
Permite que nos acerquemos a ti,
mujer en el silencio,
como el Mensajero de Dios se acercó aquel día:
con temblor ante tu grandiosa pequeñez,
con júbilo desbordado ante tu belleza.
Y déjanos escuchar cómo Dios te saluda, \’agraciada\’, \’elegida\’.
Vemos cómo te sobresaltas ante el Misterio:
Dios te ha invadido con su gracia encantadora
cuando menos lo esperabas.
Tú, la pequeña y sencilla,
has hallado gracia delante de sus ojos.
Él está contigo.
Él será siempre "nuestro Dios ".
"Agraciada". Éste es el nombre nuevo
que Dios te ha dado.
No temas, pues, ¡alégrate!,
que eres la alegría de Dios.
¡Alégrate!, que eres nuestra alegría,
la alegría del Nuevo Pueblo.
Contigo comprobamos
cómo el Señor cumple su promesa:
por medio de ti vuelca su gracia, su salvación,
sobre toda la tierra.
Déjanos descubrir, Mujer sencilla,
que te abres como un cuenco
a la presencia de tu Dios.
Y déjanos oír que te presentas pobre y virgen…
Estremecidos… fascinados…, contemplamos
el milagro del Espíritu en tu carne:
El Espíritu de Dios -fuerza creadora-
ha iniciado en ti la Nueva Creación.
Es la Fuerza de Dios que te hace madre.
Y por eso tu hijo será Santo.
Y ahora que estamos contigo,
ahora que nuestros ojos
y nuestros oídos están atentos,
vuelve a decir, María:
"¡Aquí está la esclava del Señor,
hágase en mí según tu palabra!".
Ya eres portadora de Jesús:
Dios ya es "Dios-con-nosotros".
Ya eres tú la Madre de todos los hijos.
Eres la bendita entre todas las mujeres.
Queremos acoger contigo la Palabra.
Enséñanos a guardarla
y meditarla en el corazón
hasta hacerla nuestra-siempre de Dios.
A tu lado presentimos
que el Dios eterno se ha hecho historia
y pelea con nosotros a favor de la vida:
¡Algún día la vida será definitivamente nuestra!
MADRE INMACULADA
María, manifestación viva del amor de Dios,
tú que eres el arca de la promesa de Dios;
tú, la que pisa la cabeza de la serpiente;
tú, la esperanza de una nueva humanidad.
Mantén vivo en nosotros el recuerdo del Señor
en los momentos en que la vida nos desvía de Él.
Mantén fuerte nuestra fe en Cristo
cuando el veneno del egoísmo amenaza nuestra entrega;
cuando el veneno de la desesperanza debilita nuestra fidelidad;
cuando el veneno de las dudas enturbia nuestro juicio.
Préstamos tu pie firme para el camino,
para aplastar la injusticia que nos rodea;
para pisotear el hedonismo que nos envuelve;
para destruir el erotismo que nos embauca;
para enterrar la desilusión que nos debilita.
María, la mujer coronada por doce estrellas;
estrella capital de las doce tribus de Israel;
estrella central de los doce pueblos de Pentecostés;
estrella brillante de la constelación de Dios,
estrella polar que marca el camino hacia Dios;
cruz del sur que nos orienta hacia Jesús.
Guíanos a nosotros, nuevo pueblo de Israel
por la senda de la decisión en un mundo de dudas;
por el camino de la verdad en un mundo relativo;
por rutas de compromiso en un mundo cómodo;
por la vía de la entrega en un mundo egoísta
Ilumina nuestra mente para comprender a Dios;
danos un rayo de tu claridad para descubrir su voluntad;
envuélvenos en tu resplandor para buscar la vida nueva;
deslúmbranos con tu fulgor para llegar a ser hijos de la luz,
radiantes testigos de la felicidad de estar salvados;
claros signos del amor de Dios que actúa en el mundo.
(Toño Fernández, Desde el regazo de María. CCS)