Hay un camino que va del corazón al corazón. Muchos seres humanos lo evitan, piensan que es arriesgado y peligroso. María no temía el viaje. Los sonidos de sus pasos, en el silencio del paisaje, se acompasaban con la melodía de Dios. Jesús ya cantaba en el vientre de su madre la belleza del mundo. Su prima le espera al otro lado del horizonte para gozar de la dicha de un cómplice. Tienen que hablar de su estado de buena esperanza. Dos mujeres, con ese toque de nostalgia de sus ojos de gestantes. Dos mujeres y una promesa convertida en realidad.
Ilustración: Maximino Cerezo Barredo, cmf
Hay un camino que va de los ojos de Dios a los ojos de los hombres. María es quien lo abre para que él pase a nuestro lado. Su equipaje, son las provisiones del amor: la delicadeza, el cuidado, la atención y el cariño. María es la mujer de Dios, que a Dios lleva y a Dios trae. Hay un camino de un ser humano a otro por el que Dios ya transita.
No lo dice el Evangelio, pero se cuenta que los pájaros y los árboles susurraban a su paso una melodía jamás escuchada: Guapa, dicen que decían, piropos, propios de su condición de criaturas sin mancha, que de nuevo gozaban de la luz y el calor de su creador. Jesús ya camina por esta tierra que será la suya.