En la primera semana de Adviento se nos invita a despertar los cinco sentidos.
Hoy, se invita de manera especial al olfato, al tacto, a la vista y al oído.
En la profecía de Isaías (Isa 11, 1-10), observamos la llamada al olfato y al tacto: “Brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago”. “La justicia será cinturón de sus lomos y la lealtad, cinturón de sus caderas”.
El salmista refuerza la imagen del olfato: “Que en sus días florezca la justicia” (Sal 71).
En el Evangelio se alude a los ojos y a los oídos: “¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron, y oír lo que oís, y no lo oyeron” (Lc 10, 24).
¿Tus sentidos son mediación de esperanza?
¿Por tus ojos y tus oídos percibes motivos de alegría?
¿Te ciñes de valor, de justicia y santidad?
¿Qué buscas, detrás de qué rastro caminas?
El que tiene ojos y no ve, oídos y no oye, nariz y no huele, pies y no anda, se asimila a los ídolos, y no está abierto a la salvación.
Si a los humildes se les revelan los caminos del Señor, a los sencillos se les da a conocer el misterio escondido desde siempre.
Jesús agradece a su Padre el corazón de los sencillos.
Lecturas del Martes de la primera semana de Adviento