Más allá del espejo

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos."¡Ay, gatito, qué bonito sería si pudiéramos penetrar en la casa del espejo! ¡Estoy segura que ha de tener la mar de cosas bellas! Juguemos a que existe alguna manera de atravesar el espejo; juguemos a que el cristal se hace blando como si fuera una gasa de forma que pudiéramos pasar a través".

Bajo la ingenuidad de un cuento subyace una honda aspiración de la persona.
Cuento, filosofía, teología se entrelazan para trazar el mapa de nuestra nostalgia: ir más allá del espejo, ir más allá de las palabras, ir más allá de sí mismo … y hasta más allá del tiempo. ¡Requiere explicación!

Pero en el fondo buscamos -cuando buscamos de verdad- ir más allá del tiempo para encontrar ese espacio -que no es espacio-, y ese tiempo -que no es tiempo- y que definen la naturaleza de nuestra propia alma espiritual.

Me gustó la anécdota:

"Bastami era uno de los más grandes sufíes de la India. Se proponía hacer una larga peregrinación hasta la Meca, cuando se encontró con un maestro espiritual que le preguntó: – ¿Por qué has de ir a la Meca?

– Para ver a Dios -repuso Bastami.

Con tono convincente y enérgico, el maestro ordenó: – Dame todo el dinero que lleves contigo para el viaje.

Bastami se lo entregó y el maestro se lo guardó en el bolsillo. Luego dijo: – ¿Qué hubieras hecho en la Meca? Hubieras dado siete vueltas alrededor de la piedra sa-grada. En lugar de eso, da ahora siete vueltas a mi alrededor. Bastami obedeció y rodeó al maestro por siete veces.

El maestro explicó: – Ahora sí que has conseguido lo que te proponías. Ya puedes partir con el ánimo sereno y satisfecho, si bien antes quiero decirte algo. Desde que la Meca fue construida, ni un solo minuto Dios ha morado allí. Pero desde que el corazón fue creado, ni un sólo instante Dios ha dejado de habitar en él. Ve a tu casa y medita. Viaja a tu corazón".

Al terminar de leer esta anécdota, cerré los ojos y me quedé sin el nombre de las cosas que, silenciosamente, me acompañaban. Quería, aunque fuera por unos instantes, estar conmigo, aunque, a mi manera … , que aún no estoy maduro … para estar a la manera de Dios …