El matrimonio es relación de amor apasionado y creativo para toda la vida entre un hombre y una mujer. Los matrimonios que viven este proyecto de vida son profetas en acción. Lo son porque les ha acontecido una revelación: la pasión del amor matrimonial en el cual se revela lo mejor de sí mismos y de Dios. Les apasiona su proyecto de vida. Les “quema” dentro la misión de hacer fecundas sus vidas. Son conscientes de su debilidad y de su fortaleza en este largo caminar diario.
Son profetas de esperanza en acción porque su relación de amor les da vida; porque es un proyecto inagotable de intimidad, de amor, de responsabilidad y libertad; porque cura la herida de la la soledad y del aislamiento; porque se realiza en el día a día en que van creciendo juntos.
Y eso precisamente en una sociedad en la que cada vez es más frecuente y está más aceptado el matrimonio provisional: mientras dure el amor, es decir, el sentimiento de amor. Y también el matrimonio por interés o necesidad para poder asumir los costes de la vida.
La experiencia profética
Según la experiencia bíblica, el profeta no es la persona que adivina el futuro. El profeta es el hombre que ha vivido un encuentro muy especial en su presente. En dicho encuentro se ha sentido tocado por una palabra de revelación personal. Se trata de una experiencia inspiradora, de una presencia que deja huella inconfundible. Se convierte para él o ella en una visión y una vocación que llena su vida.
El profeta que es tocado por esa palabra viva de Dios se siente impulsado a decirnos quién es, quién se siente llamado a ser, de dónde le viene la fuerza de su mensaje. Nos comparte su experiencia de sobrecogimiento y desbordamiento.
El profeta es un apasionado de la visión que ha recibido. Le quema dentro como un fuego. No puede callar; no puede ignorarla ni reprimirla. Le ilumina la mirada para ver en profundidad lo que está sucediendo en él mismo. Le hace sensible a los sufrimientos y necesidades de las personas de su pueblo.
Hombres y mujeres del pueblo
El profeta bíblico es un hombre o una mujer de su pueblo; se siente miembro de una comunidad; la ama. Y la sufre. Y comparte su destino. Por eso denuncia lo que contraría al sueño de Dios para su pueblo. Tiene mirada penetrante. Pero siempre anuncia un futuro de vida y salvación.
Los matrimonios son profetas de esperanza en acción porque han experimentado que la relación conyugal es camino de felicidad y plenitud, porque están convencidos de que el amor siempre tiene futuro, porque saben que el amor es la buena y bella noticia de Dios en este mundo.