maravillas La historia de aquel tiempo de seguro que no recogió en sus anales este viaje sencillo de nuestra Señora a su prima. ¡Cómo iba a anotarlo si nunca ha sido noticia el hacer de los pequeños! Nosotros que gustamos de las cosas sencilla nos lo imaginamos así. Salió la Virgen María una tarde de Nazaret a buena hora. Descendió primero a la llanura de Esdrelón; después sorteando los montes de Samaría, por Silo, llegó a Jerusalén. No le quedaban más que seis kilómetros hasta llegar a Ain-Karim donde vivía Isabel. Bajó antes hasta Hebrón y seguramente bebió en la fuente de Karim. Su prima Isabel estaba esperándola, pues tenía necesidad de Ella.A los ojos de los hombres esta historia no da más, pero a los ojos de Dios todo se vuelve importante. Porque María, que sale de su casa, no va a hacer simplemente una visita, sino que está asistiendo a una procesión. María empieza a pasear a Dios por el mundo. María lleva en su seno y en su corazón a Dios. María lleva la presencia salvadora del Mesías a su prima. Por medio de María el Dios-con-nosotros sale al encuentro de Isabel y comienza a visitar a la humanidad. Se inicia la primera jornada misionera. Y todo el mundo se llena de alegría. Isabel exclama: \»¿Quién soy yo para que me visite la Madre de mi Señor?\» Juan el Bautista salta de alegría en el vientre de su madre. María misma comienza a cantar las de Dios, porque los pobres, los pequeños, los sin nombre, aquellos que los hombres no tienen en cuenta y olvidan, tienen un puesto en el corazón de Dios. Cuando amanece Dios, amanecemos nosotros.Todos podemos ser misioneros, todos podemos anunciar a Dios a los hombres. Sólo hay que tenerlo, como María en el corazón.
San Esteban, protomártir
Mt 10,17-22. No seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre