Desde hace un año llegué a la zona misionera de la Costa Abajo para realizar mi año de experiencia misionera, año que se ha interrumpido por la decisión del señor Obispo de este lugar de entregarle la zona misionera. Trataré de plasmar en papel la experiencia vivida en estos diez meses por estas tierras campesinas y negras.
Comienzo por decir que “la Costa Abajo ha sido para muchos hermanos y para mí una verdadera escuela misionera” donde se moldea no solo el corazón sino también la vida.
He vivido aquí la experiencia de la Iglesia profética, de la Iglesia que hace oír su voz, de una Iglesia que tiene conciencia de ser Iglesia Pueblo de Dios, tiene conciencia de que como “Iglesia no puede callar ante esas injusticias del orden económico, del orden político, del orden social. Si callara, la Iglesia seria cómplice con el que se margina y duerme un conformismo enfermizo, pecaminoso, o con el que se aprovecha de ese adormecimiento del pueblo para abusar y acaparar económicamente, políticamente, y marginar una inmensa mayoría del pueblo” . He logrado comprender y las CEBs me han hecho ver que “una Iglesia que no se une a los pobres para denunciar desde los pobres las injusticias que con ellos se cometen, no es verdadera Iglesia de Jesucristo”