«Obscena desigualdad». Son palabras de Nelson Mandela. «La inmensa pobreza y la obscena desigualdad son flagelos tan espantosos de esta época que deben clasificarse como males sociales tan graves como la esclavitud y el apartheid». Y sí, fende al pudor que quinientas personas ganen al día más dinero que 416 millones.Así es el Informe de Desarrollo Humano de Naciones Unidas de 2005. Verdades amparadas por la tristeza, capítulos y capítulos vestidos por la injusticia, insolidaridad, desigualdad… Así es el mundo en el que vivimos, muy parecido al de hace cinco años, cuando los gobiernos del mundo se unieron para hacer una extraordinaria promesa a las víctimas de la pobreza mundial», un compromiso «para liberar a nuestros semejantes, hombres, mujeres y niños, de las condiciones abyectas y deshumanizadoras de la pobreza extrema». Un compromiso, pues, y una meta, para alcanzarla en 2015.Objetivos del MilenioEsa promesa, ese compromiso, tiene un nombre: bjetivos de Desarrollo del Milenio. Y «si bien se han registrado avances generales de importancia en todo el mundo, muchos países están en realidad más atrasados que antes». ¿Por qué? Primera sentencia de la ONU: la desigualdad extrema frena el progreso. ¿Y qué se puede entender por desigualdad extrema? En términos monetarios: «El ingreso total de los 500 individuos más ricos del mundo es superior al ingreso de los 416 millones más pobres». En términos de género: «En la India, la tasa de mortalidad de niñas de entre uno y cinco años es superior en un 50 por ciento a la de los niños». En términos de esperanza de vida: «Hoy, alguien que vive en Zambia tiene menos probabilidades de llegar a los 30 años que una persona que nació en Inglaterra en 1840, y la brechasigue aumentando». Y un segundo ejemplo: una persona que nazca en Japón tiene una esperanza de vida de 82 años, mientras que para el nacido en Swazilandia es de 32 años.El desarrollo humano avanza, sí, pero… No es cuestión de encontrarse con una botella medio vacía o medio llena, sino de un coste humano que, como dice Naciones Unidas, «nunca se podrá representar sólo con cifras», pero permite una aproximación a la realidad. «Cada hora que pasa mueren 1.200 niños». Más claro, si cabe. Cada día, 28.800. Cada año, 10.512.000. Y «las causas de muerte varían, pero la abrumadora mayoría se debe a una única patología: la pobreza».Así comienza el informe de Naciones Unidas, que, a una semana de la Cumbre del Milenio, reconoce que ésta podría suponer «otra ronda más de rimbombantes declaraciones por parte de los países ricos».El Informe sobre Desarrollo Humano queda dividido en tres capítulos. Primero, asistencia para el desarrollo, que «se caracteriza por dos carencias: déficit crónico de financiación y mala calidad» de la misma. Segundo, comercio internacional, que «en circunstancias favorables puede ser un poderoso catalizador del desarrollo humano». Y tercero, la seguridad: «La cooperación internacional más eficiente podría contribuir a eliminar los obstáculos que representan los conflictos armados, y así crear condiciones para acelerar el desarrollo humano y lograr una verdadera seguridad». Naciones Unidas también considera motivos para contemplar la botella medio llena, pues en los últimos quince años «es mucho lo que se ha logrado. La media de la gente de los países en desarrollo cuenta hoy con mejor salud y educación y está menos empobrecida. Desde 1990 la esperanza de vida en estos países aumentó en dos años, mueren tres millones de niños menos al año, 30 millones más de niños van a la escuela y más de 130 millones de personas han salido de la pobreza extrema». Por lo que, concluye, «no se deben subestimar todos los progresos que ha experimentado el desarrollo humano».Y la otra cara de este mismo mundo: «En medio de una economía mundial cada vez más próspera, 10,7 millones de niños no viven para celebrar su quinto cumpleaños, más de mil millones de personas sobreviven en condiciones de abyecta pobreza con menos de un dólar al día y la epidemia del VIH/sida ha causado el retroceso más grande en la historia del desarrollo humano». No son sólo palabras, son realidades que la ONU publica en forma de denuncia: «Una quinta parte de la Humanidad vive en países donde a muchos no les preocupa gastar dos dólares al día en un café, y otra quinta parte de la Humanidad sobrevive con menos de un dólar al día en países donde los niños mueren por falta de un simple mosquitero».La ayuda internacional, ante tales desigualdades, «es una de las armas más eficaces en la lucha contra la pobreza», pero no está bien aprovechada, ni tiene el enfoque correcto. Debe ser reparada: «Reformar el sistema de asistencia internacional es un requisito fundamental». Y ambas partes, países en desarrollo y desarrollados, «tienen responsabilidades y obligaciones: los países en desarrollo tienen la esponsabilidad de generar un ambiente donde la ayuda pueda rendir resultados óptimos y los países ricos tienen la obligación de cumplir sus ompromisos».Naciones Unidas, aunque reconoce que «los países donantes tienen sus propias limitaciones financieras», añade: «En comparación con otras partidas resupuestarias, la asistencia al desarrollo sigue siendo baja y un aumento tendría efectos mínimos en las finanzas del país donante, al tiempo que causaría un gran impacto en términos de vida en los países más pobres». Por ello, la propuesta principal es lograr que la ayuda sea del 0,7% del Producto Interior Bruto antes de 2015 y, para alcanzar ese objetivo, «los donantes deben fijar compromisos presupuestarios de al menos el 0,5% antes del 2010», recalca el informe.En relación al comercio, se sostiene que puede actuar como catalizador del desarrollo humano, pero «las políticas comerciales injustas continúan impidiendo toda escapatoria de la pobreza a millones de personas en los países más pobres del mundo, al tiempo que perpetúan desigualdades escandalosas». Por ejemplo: «Por cada dólar de café proveniente de Tanzania que se vende en una cafetería de Estados Unidos, el campesino recibe ahora menos de un centavo». Naciones Unidas sugiere que el primer mundo prohíba los subsidios a las exportaciones y a la vez reduzca las barreras a las exportaciones de países en desarrollo». El «círculo vicioso de la pobreza y el conflicto armado» conforma el último capítulo, con una advertencia singular al primer mundo por parte de Naciones Unidas, advertencia que no es la primera vez que se hace: «Es un caldo de cultivo para la seguridad de los países ricos».PISTAS
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