¿Cómo no hablar y pensar sobre los regalos en Navidad, en Año Nuevo y en Reyes?
“Mi mejor regalo eres tú”. ¿Lo has escuchado alguna vez? ¿Quién te lo ha dicho? ¿Te lo has creído de verdad? ¿Cómo te has sentido y te sientes ante ello? Si no has podido acoger y
creer a 100% que “tú eres el mejor regalo” para él, para ella y para tus hijos, ¿qué hay en ti , en tu interior, que te impide asumirlo en serio?
Hay algo parecido a esto, ¿te has creído, de verdad, alguna vez, que “el mejor juguete” para tus hijos e hijas eres tú y tu mujer o marido? ¿Y lo has practicado? Si tú no le acoges a él, a ella,
a cada hijo/a, como el mejor regalo para ti, nunca podrás tú experimentarte como el mejor regalo y el mejor juguete para ellos. Además, el regalo que no es acogido, no llega a existir
como regalo. No basta la intención y la entrega de quien te lo hace, de quien te regala; hasta que tú no le acoges como tal, el regalo no existe. Si lo crees, ya lo has acogido en tu corazón; te falta expresarlo con tus brazos abiertos, con el brillar de tus ojos y de tu rostro.
Comienza por ti mismo/a.
“Mi mejor regalo para mi, eres tú”. Piénsalo, créelo, siéntelo, díselo. ¿Y en tu vida del día a día? ¿De qué formas concretas se lo haces llegar a él, a ella, a tu hijo/a, que te sientes y actúas
como un regalo? Se trata de lo más profundo de ti mismo/a; y has de ser muy honesta/o en tus palabras, manifestaciones y comportamientos. Vivirte, sentirte y expresarte como “el mejor regalo” para él/ella, para un hijo/a, va a cambiar mucho en ti, en felicidad.
Merece la pena. ¡Pruébalo! El don – el regalo – de si mismo/a es lo más grande, lo más profundo, lo más precioso de una persona. ¡Descúbrelo y vívelo en ti y en él/ella! Vive lo que eres: un precioso regalo.