“Mi trabajo es mi iglesia porque me siento orgullosa de lo que hago y trato de hacerlo crecer. Porque es el lugar donde me encuentro con el Cristo necesitado, con el Cristo enfermo, con el Cristo que ha tenido mil obstáculos para llegar hasta aquí en busca de una respuesta, de curación, de sanación. En mi trabajo puedo tocar y recibir a Cristo, no en forma de pan sino en la misma persona humana. Esta es la misión que Dios puso hace tiempo en mis manos y me siento responsable de ponerlo a andar. En cada encuentro tengo la oportunidad de participar no sólo de mi propia salvación sino de tomar parte en la salvación de otros… de su cuerpo, con los cuidados sanitarios; y de su alma, con la conversión a la fe.
En mi centro de salud amo a mis hermanos y hermanas enfermos, independientemente de sus condiciones sociales, económicas, laborales,… En él y en mi propia familia celebro la muerte y la resurrección de Jesús. Experimento su muerte cuando tengo que renunciar al fastidio, a la cólera que puedo sentir ante la negligencia de otros, ante las necesidades de material, equipo, recursos humanos y voluntad para brindar el mejor servicio; y experimento la resurrección cuando, a pesar de los que faltan, intento que no me afecte y doy todo lo bueno que hay en mí”.
Parroquia de San Antonio en Tela – Honduras