Mi trabajo es una eucaristía

    Testimonio de la G. A., maestra, trabajadora social y defensora de los derechos de la infancia.

“Tengo 64 años. Nací en una zona montañosa y cafetalera en el interior de Honduras. Mis padres fueron maestros de enseñanza primaria. Somos siete hermanos. Me hice maestra a los 18 años, he trabajado como maestra muchos años y he conocido la problemática de la educación en mi país. Estudié también Trabajadora Social, me casé a los 23 años y he trabajado en programas de Desarrollo Comunitario en la Dirección de programas en cien aldeas alrededor de Tela. Ayudé a Sor María Rosa a fundar las Aldeas SOS en esta ciudad y he participado en la fundación del Centro S. Juan Bosco. El trabajo social ha sido mi pasión y mi tesoro.

    Ahora mi carga ha disminuido al lograr que la junta directiva solicitara a la Parroquia la incorporación del CSIB al Consejo parroquial de Tela. Soy muy afortunada de trabajar en una junta que tiene un alto nivel profesional, humano, espiritual y vocacional. Siento por todos mis compañeros una profunda admiración.
Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.
    Siempre he sentido y vivido mi trabajo como una eucaristía, como una entrega plena, lo hago con reverencia, como una ofrenda agradable a Dios y en actitud de servicio permanente. Pasé más de diez años sintiendo la necesidad de realizar un trabajo de orientación cristiana dentro de mi propio trabajo de motivación y organización comunitaria en las áreas urbanas y marginales, con niños y madres. Aprendí que somos nosotros los que tenemos que hacer que nuestra iglesia esté viva, los que tenemos que luchar por la justicia, los que tenemos que anunciar a Jesucristo y los que tenemos que demostrar que Dios nos ama, amando a los demás.

    Luchamos con el P. Pedro para traer a los sacerdotes salesianos a nuestro centro y delegar en ellos la obra que con tantos años de esfuerzo habíamos logrado poner en pie. No lo logramos. La comunidad católica veía nuestro trabajo más como algo empresarial que humanista. Soportamos sus críticas y nos mantuvimos en la lucha por el desarrollo humano y cristiano de los niños.

    Nosotros creemos que la niñez trabajadora y sus familias son víctimas de una situación de injusticia provocada por la irresponsabilidad de los gobiernos que no protegen y tampoco proveen a su población para salir de la miseria. Irresponsabilidad compartida con la sociedad civil.

    En Honduras hay más de seis mil niños en la calle. No es imposible protegerles. Lo que falta es voluntad política que quiera reorientar los presupuestos que el gobierno invierte en gastos militares, diplomáticos,… Todavía no somos capaces de defender con contundencia los derechos de los más indefensos, de reivindicar los espacios de participación en la gestión política y social de nuestra municipalidad. Crece el dolor de los más pequeños, y los adultos miramos a otro lado. No queremos ver y tampoco leer las cifras que ponen a esta sociedad en estado de alarma. Mejor permanecemos dormidos sin que nada nos inmute y nos despierte. Somos capaces de acostumbrarnos a todo; dejamos que todo pase sin apenas poner remedio a tantos males. Muy pocos asumen con responsabilidad y coherencia la capacidad de liderazgo para enderezar el rumbo de la población. La empresa privada hondureña tiene una cuota muy alta en la deuda social del país, y en vez de aportar al pago de esa deuda, incursiona en el campo de crear fundaciones sociales y captar recursos de la cooperación internacional para hacer un servicio social y a la vez fortalecer su imagen con fines de mercado. Problemas de corrupción señalan a ONG´s fundadas por empresarios que han provocado la indignación de fuentes de cooperación internacional que han preferido el silencio a la denuncia. Existen también organizaciones no gubernamentales que realizan un trabajo serio y responsable a favor del desarrollo y la promoción de muchas personas.

    Mi vida personal y profesional está marcada por dos fuentes: la teología de la liberación que me transmite la imagen de Jesús defensor de la paz y la justicia y la metodología de motivación social que orientó y fortaleció mi práctica profesional. Mi opción política está siempre iluminada por el evangelio de Jesús. Otra influencia fuerte está siendo la escuela de oración del P. Larrañaga. La lectura de sus libros y el método de oración están consolidando mi madurez humana y cristiana. El Señor, me ha regalado el placer de compartir con Adán, mi esposo, este proceso de crecimiento espiritual que actualmente vivimos en los talleres de oración. ¡Cómo abre las puertas de la misericordia! El Señor no cesa de salir a nuestro encuentro, nos busca allí donde cada uno vive, lucha, trabaja, sufre, goza… Somos sus mismas entrañas y desde la entraña de nuestra madre nos quiere y nos cuida.

    No voy a la iglesia a cuestionar nada. Llego diariamente a refugiarme en el Señor, agotada por la actividad diaria. Agradezco y alabo al Señor todo lo que cada día me concede. Algunas veces me siento demasiado cansada pero el ejemplo, la fe y la comprensión de Adán me ayudan, confortan y levantan.

    Mis hijos se encargan de darme palabras de ánimo y me dicen por teléfono: “mamá, no dejes de ir a misa, necesitamos de tus oraciones” Estoy disfrutando mucho con esta Santa Misión, sobre todo en las mañanas cuando oramos con nuestras manos, nuestros ojos, nuestros labios… todo nuestro cuerpo como templo de oración.

    Que Dios, nuestro Padre bueno, lo bendiga a usted y le dé el don de fortaleza para continuar sembrando vida, optimismo, esperanza y coraje entre nosotros. Gracias por el trozo de vida que ha vivido con nosotros y por haber aceptado la invitación a desayunar en nuestra casa”.