«¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?»
A los Discípulos les pasaba lo que a nosotros. Tanto tiempo con Jesús, y no le conocían. No entendían nada. Eso del servicio, debían pensar, no iba con ellos. A lo suyo. Yo más que tú. Quítate tú para ponerme yo. No habían escuchado lo que Jesús decía de burlas, azotes, cruz y muerte. Por eso, la pregunta que Jesús también te hace a ti y a mí. ¿Quieres estar conmigo hasta el final? Pues empieza por servir a los demás. Nos lo decían ayer, y nos lo repiten hoy. Repetir para aprender. Los dos ambiciosos y los diez envidiosos que iban con Jesús al final aprendieron la lección. Menos Judas. Ojalá nosotros sepamos también servir hasta el final. Es un cáliz que merece la pena. Porque da la salvación.
Oración.
Mantennos, Señor,
en el camino del servicio
que Tú nos has señalado.
Que ni los bienes temporales
ni los honores terrenales
nos aparten de la entrega
desinteresada a los demás.
Aunque nos cueste,
ayúdanos a beber tu cáliz.
Amén.