Mil y un detalles

Amigos y conocidos nos saludan a menudo diciéndonos: «¿Qué tal, matrimonio?» Se extrañan cuando, por alguna circunstancia, nos ven a uno solo y nos lo hacen notar, pues siempre nos identifican como pareja. Esto nos llena de satisfacción.

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos. Hemos dialogado algunas veces sobre ello. Nos hemos preguntado si lo que ven los demás se ajusta a una realidad más profunda que ellos también intuyen o únicamente se aprecia la conducta externa de participar juntos en cualquier actividad de nuestra vida. En definitiva, nos preguntamos: ¿qué hacemos para vivir un estilo de vida que trasciente a los demás?
Después de 28 años de matrimonio seguimos luchando ilusionados día a día por nuestra relación como lo primero y lo más importante de nuestra vida manifestándonoslo con múltiples detalles. Es el beso que nos damos al despertar, al despedirnos para ir al trabajo. Es el recibirnos con una caricia al volver a casa. Es cuando cada día, cogidos del brazo, salimos a dar un paseo dialogando y dando gracias a Dios por lo que somos, lo que tenemos y por ese día que nos está permitiendo seguir viviendo el uno para el otro. Es tenernos presentes el uno al otro aunque estemos lejos. Es manifestarnos cariñosos y afectuosos en nuestra relación sexual. Es afrontar cara a cara los problemas unidos, ayudarnos y pedirnos perdón cuando nos herimos. Es trabajar para que no haya en nuestras vidas parcelas tuyas o mías y decidir conjuntamente. Es sorprendernos con cualquier detalle y cualquier dia es motivo para celebrar nuestro amor y darle gracias a Dios porque sentimos su amor en nuestro amor mutuo. Es cuando no dejamos pasar una fecha señalada del mes para ofrecernos cualquier chuchería que nos agrada. Es el ser capaces de ofrecernos a los demás y darles nuestro tiempo, nuestra acogida, nuestra escucha. Es participar unidos en la eucaristía ofreciéndonos con Cristo al Padre. Cuando vivimos asi estamos construyendo nuestro amor. Estamos renovando nuestro sí de hace años. Estamos viviendo nuestra espiritualidad matrimonial.
Espiritualidad matrimonial para nosotros es vivir nuestro amor y fortalecerlo día a día como fundamento de nuestra relación y de nuestra relación con Cristo.

Somos conscientes de que viviendo así nuestro matrimonio, lo que ven los demás en nosotros es nuestro amor. Así nos sentimos reflejo del amor de Dios en el mundo.  Luchar para vivir así constituye para nosotros nuestra espiritualidad matrimonial.