Mirar sin ver
Hasán, hombre rico y poderoso, abandonó su fortuna y su rango para estudiar con el maestro Abdul Efendi. El maestro decidió darle cuanto antes una pequeña lección. Le llamó y le dijo: “Ve al mercado y tráenos diez kilos de entrañas de cordero sobre tus espaldas.”
Hasán lo hizo, quedó manchado con la carga y hubo pasar por toda la ciudad de esa guisa. Como era conocido le dio mucha vergüenza y pasó un verdadero suplicio al mirar y verse mirado por cada persona.
Cuando llegó, el maestro le ordenó que fuera sin cambiarse de ropa a pedir un caldero prestado para hacer sopa con todo lo que había traído. Otra vez hubo de atravesar la ciudad con el mismo apuro de antes. Cuando volvió, el maestro le ordenó que se lavase y se pusiese ropa limpia.
Entonces le dijo: “Ahora vuelve por el camino que has recorrido dos veces, y pregunta a los transeúntes si han visto a un hombre cargado con entrañas de cordero o con un caldero.”
Él fue y repitió la pregunta a todos los que encontró, pero todos le contestaron negativamente. Nadie se había fijado en tal hombre, y nadie lo había reconocido.
Así se lo refirió al maestro, y este le dijo: “Como ves, nadie te ha visto. Es decir, que te han visto sin verte. Nadie te ha reconocido. Eras tú quien proyectabas tu mirada sobre los demás. Aprende a ser lo que eres, a no proyectar tus miedos, y a reírte alegremente de los demás.”