Las presiones del trabajo y el ministerio, por desgracia, limitan el tiempo que tengo disponible para leer tanto cuanto me gustaría. Así, adicto como soy a los libros y sabiendo que sin la visión y estímulo que consigo de ellos me estancaría espiritualmente para siempre, casi todos los días saco escrupulosamente algo de tiempo para leer. También, dado mi ministerio y personalidad, me gusta leer diversos géneros de libros: novelas, biografías, ensayos de crítica y, no los menos, libros sobre escritura, teología y espiritualidad.
Aquí está mi predisposición hacia la lectura: en mi primer año de estudiante en la universidad, me introduje en buenas novelas. Entonces me di cuenta de qué empobrecido había estado en mi vida sin buena literatura. Desde entonces, hace más de 40 años, nunca he estado sin una novela abierta a mi alcance en alguna parte. Los buenos novelistas tienen con frecuencia atisbos que los escritores de espiritualidad y psicología sólo pueden envidiar, disparando la imaginación y la inteligencia emocional de un modo que frecuentemente no pueden los libros académicos. También, teniendo siempre abierta al alcance en algún sitio, habrá una buena biografía o un libro de ensayos. Estos sirven para ampliar mis horizontes, mientras encogen perennemente mi imaginación y mi corazón. Finalmente, hay libros de teología y espiritualidad que, dado mi temperamento y mi vocación, leo con pasión, pero que también me sirven como una fuente de progreso profesional.
Así, dados estos gustos personales, ¿cuáles son los mejores libros que leí en 2014?
Entre las novelas, recomiendo particularmente estas cuatro:
– Anthony Doerr, Toda la luz que no podemos ver.
Este no es precisamente uno de los mejores libros que leí este año pasado; es para mí, exceptuando los grandes clásicos de la literatura inglesa, una de las mejores novelas que he leído en mi vida. Es simplemente un gran libro; no como el Diario de Ana Frank, pero sí una historia que mueve el corazón de forma parecida.
– Marilynne Robinson, Lila.
Robinson recoge algunos de sus personajes de Gilead, inserta a una perdida y joven mujer llamada Lila y, a través de su voz, nos da una íntima poesía de soledad y fe. Además de su emotiva profundidad y perfecta prosa, Robinson ofrece también una apología de la compasión y misericordia de Dios que hoy puede hacer la fe más creíble a muchos de sus escépticos.
– Sue Monk Kidd, El invento de la alas.
Esta es una intensa novela histórica sobre el mal de la esclavitud y el sexismo. Reflejando la historia cristiana de la redención, buenos triunfos a la larga, pero no sin que antes alguno tenga que derramar sangre en el martirio. Sue Monk Kidd siempre merece ser leída, pero este libro sobresale, aun para una novelista de su calibre.
– Jhumpa Lahire, La hodonada.
Como muchas de las novelas de Lahire, esta historia también juega con las particulares pruebas de los que emigran de India a América, pero el destello de luz que brilla en las relaciones humanas ayuda a poner al desnudo algunas luchas muy generales.
Entre los ensayos biográficos, dos libros sobresalieron, en mi opinión, este pasado año:
– Trevor Herriot, El camino sabe cómo. Una peregrinación campestre a través de la naturaleza, el deseo y el alma.
La corriente del libro sigue su título. Herriot hace una peregrinación a pie a través de parte de las praderas de Saskatchewan, una tierra por la que ha vagado el búfalo durante siglos, y deja a la naturaleza y al deseo hablar a su alma. El resultado es una notable crónica, un libro profundamente moral sobre la naturaleza, la naturaleza humana, la sexualidad, la fe y el deseo.
– Nancy Rappaport, En su estela. Una psiquiatra de niños explora el misterio del suicidio de su madre.
En este libro, Nancy Rappaport hace lo que todos nosotros haríamos si perdiéramos por suicidio a una persona amada, a saber, trabajar por la historia de esa persona y encontrar los hilos para lavar y rescatar su memoria.
Entre los libros de teología y espiritualidad, recomiendo:
– James Martin, Peregrinación.
Este es el mejor James Martin, ofreciendo una teología buena, equilibrada y sana, presentada de manera atractiva. Erudición accesible a todos.
– Barbara Brown Taylor, Aprendiendo a caminar en la oscuridad.
Hizo, merecidamente, la cubierta de la revista TIME para este libro. Taylor ofrece una visión dentro de “la noche oscura del alma” para los que no pueden, no podrán, leer literatura teológica más técnica.
– Gerhard Lohfink, Jesús de Nazaret. Qué quiso. Quién fue.
Este es más un libro erudito, aunque todavía bastante accesible a los no profesionales. Combina la erudición sólida, la visión creativa, el buen equilibrio y la comprometida fe cristiana.
– Christian Salenson, Christian de Cherge. Teología de la esperanza.
Christian de Cherge era el abad de la comunidad de monjes trapenses que fueron martirizados en Argelia en 1996. Este libro recoge sus escritos claves, particularmente los que atañen al tema de la relación del Cristianismo con otras religiones, especialmente con el Islam. La fe -se dice- se construye sobre la sangre de los mártires. El futuro diálogo interreligioso se puede construir a la vez sobre la sangre y los escritos de este mártir. Un libro excepcional, aunque apenas sorprendente, dada la excepcional fe y el carácter de Christian de Cherge
Que muchos libros den con vosotros en 2015.