La secta islamista radical Boko Haram, se ha responsabilizado de la oleada de violencia que ha tenido lugar en estos días de diciembre. Potentes explosiones tenían lugar en templos católicos a las afueras de la capital de Nigeria, Abuja y en la localidad de Jos, con al menos 27 víctimas mortales. El choque entre los milicianos islamistas y las fuerzas militares del gobierno han causado en los últimos dos días más de 68 muertos.
El pasado 26 de agosto, la secta asumió la autoría del ataque contra un edificio de la ONU en Abuja que acabó con la vida de una veintena de personas. Boko Haram exige la aplicación estricta de la sharía (ley islámica) en Nigeria.
En un comunicado del 4 de Noviembre, los obispos de Nigeria habían condenado la violencia, así como el uso de la religión para incitar a la misma, en respuesta a la oleada de atentados protagonizados por esta secta (Boko Haram), y que había supuesto la muerte de más de 150 personas y la quema de varias Iglesias. Según varias fuentes esta secta se habría aliado con Al Qaeda en el Magreb. Para los obispos nigerianos las causas de esta violencia son múltiples. Sociales, económicas, políticas y religiosas.
Para el obispo nigeriano Mons Oliver Dashe "no hay duda de que estos jóvenes son explotados por políticos codiciosos que están perdiendo relevancia y que quieren permanecer en el poder para mejorar sus ingresos". El arzobispo de la capital Abuya, afirmaba en esos momentos "que la Iglesia no se dejaría acobardar por la inseguridad sembrada por la secta"
El Papa Benedicto XVI en el rezo del Ángelus del 6 de noviembre tuvo un recuerdo especial para Nigeria e hizo un llamamiento especial a "poner fin a toda violencia"
Hemos de recordar que Nigeria es el 14 productor mundial de petróleo, con 2.200.000 barriles al día. Nigeria, principal productora de petróleo de la región subsahariana, se encuentra amenazada por el aumento de la actividad de grupos islamistas tras las elecciones del pasado mes de abril en las que se impuso el presidente Goodluck Jonathan, procedente de las regiones cristianas del sur.
Después de las elecciones de abril, se desencadenó una ola de violencia con la muerte de más de 500 cristianos.