Nacimiento de María

20 de agosto de 2008

Tal al vez ese fue el signo mejor: «veréis a un niño envuelto en pañales», un niño normal con una madre, que también fue niña. Un niño, nacido de una mujer que también nació. María no cayó del cielo. La mayoría de las estrellas de entonces aún brillan sobre este valle. Las vieron tus ojos como las ven los nuestros. Pero tus ojos…, se hicieron para que fueras la primera niña en ver a quien nadie había visto.

Cuando los abriste por primera vez, ¿de qué color eran… ? Seguro que de ese color indefinido de todos los niños pequeños. Pero luego… «los ojos con que te ven, son ojos porque te miran». Tus iris eran ya del color de quien verías.

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.
Imagen:Maximino Cerezo Barredo, cmf

Veréis una nina pequeñita, un reflejo anticipado del Hijo suyo, aunque ella no lo sepa. La hiciste a tu imagen, y te salió perfecta. Era posible llamarla Madre, Eva la nueva, o sólo… María. El caso es que ella ya había comenzado a llorar, reír y respirar, quince veces por minuto, más o menos, como todos los mortales. Su corazón late, esos sus ojos ya se abren a la luz. El mundo es de Dios para la niña, y comienza a absorberlo por las pupilas, recogiendo cada luz para que nada falte a quien dará su cuerpo y su mirar.