Dos arquitectos de la moderna biodiversidad han recibido el Premio Fundación BBVA de Investigación Científica en Ecología y Biología de la Conservación, dotado con 500.000 euros. Son Harold Mooney y Peter Raven, dos septuagenarios eminentes. Mooney es profesor de biología medioambiental en la Universidad de Stanford (California), y Raven es director del Jardín Botánico de Misuri (EE UU) y un prestigioso taxonomista
vegetal. Es decir, se encarga de clasificar, jerarquizar y dar nombre a las especies.
En el estado actual del planeta, su trabajo debe de ser desmoralizador. En los últimos 70 años, Raven ha restado de su lista más especies que nunca. Se estima que en el planeta ya han desaparecido entre tres millones y cinco millones de
animales, plantas y microorganismos.
Pregunta: Ustedes hablan de los servicios que los ecosistemas "regalan" al hombre. ¿Cuáles son?
Mooney: Son el servicio de aprovisionamiento, todo lo que se refiere al alimento, el combustible… En fin, lo necesario para vivir. También los servicios culturales y el valor estético. El ecosistema, por ejemplo, nos da agua limpia, nos la filtra. Las plantas, con sus raíces, hacen el control de la erosión; los insectos regulan las enfermedades. Son precisamente estos servicios de regulación los más amenazados. Por último, está el más complejo de todos: la propia regulación de los ecosistemas, el ciclo completo, el conjunto armónico que estamos destruyendo. Por eso el planeta está al borde del colapso.
P. ¿Cuáles son las próximas especies que se extinguirán?
Raven. Las que más peligran son las del sur, los continentes más fríos que ahora se empiezan a calentar. No van a desaparecer las especies, sino toda la vida en regiones enteras. Si no se interviene se puede perder un cuarto de las especies.
P. ¿De quién es la culpa?
Raven. El mayor problema es el individualismo. Muchas personas dicen: "¿Por qué no hacen algo las empresas o los Gobiernos?". Pero si la gente no da ejemplo, los Gobiernos y las empresas no lo van a hacer. ¿Cuántos de nosotros no queremos una segunda residencia junto al mar, un coche bueno y rápido? Si nosotros queremos todas esas cosas que consumen muchísimo, ¿por qué vamos a esperar que las empresas o los Gobiernos establezcan límites?
P. ¿Estamos a tiempo de resolver el problema?
Mooney. Algunos Gobiernos ya comienzan a pagar por conservar la biodiversidad. Costa Rica es un país muy avanzado en eso. Compensa a los que tienen animales para que no utilicen un pastoreo demasiado intensivo, y llevan años pagando para que los agricultores protejan el manto freático o los bosques.
Raven. En Inglaterra prácticamente todo el mundo tiene un coche de una gran eficiencia. Creen que es
importante para controlar y parar el calentamiento mundial. A un tercio de la población mundial eso le importa. Ese tercio ya implica un cambio. Siempre pienso en San Francisco de Asís, que se convirtió a los 22 años, y cuando murió a los 42 había 200.000 personas en monasterios franciscanos.
P. ¿Creen que los bancos de biodiversidad o de semillas que se están creando son útiles?
Mooney. Esa idea es fruto de la desesperación ante la pérdida de biodiversidad.
Raven. Pero es mejor tenerlos si en un futuro tenemos que recuperar especies extinguidas.
P. España también pierde especies. El lince es la más amenazada. ¿Son compatibles desarrollo y
conservación?
Mooney. La fragmentación del territorio es siempre un problema. Las líneas de tren y las carreteras reducen los hábitats, por lo que los Gobiernos deberían comenzarlos a respetar, encontrar nuevos medios de transporte.
Raven. El individuo tendrá que cambiar y tendrá que pensar de una forma internacional.