La Biblia no es un libro más de cuantos componen nuestras bibliotecas. Libros antiguos, quizá más valiosos que la Biblia, son ahora piezas de museo, Con la Biblia no sucede lo mismo: millones de personas la veneran como Palabra de Dios, la tienen como norma para su fe y para su conducta en la vida. Se continúa leyendo y proclamando en las celebraciones litúrgicas, en los momentos de oración personal y comunitaria. Hombres y mujeres, sacerdotes y laicos dedican su vida al estudio, comentario e interpretación de los textos de la Escritura.
La Biblia no es, pues, un libro muerto, sino un libro vivo, actual. Cada uno de los creyentes estamos invitados a acercarnos a ella para leerla, meditarla y, sobre todo, vivirla. En este capitulo queremos presentar la manera de acercarnos personalmente a los libros de la Biblia.
A.- INVOCACIONES para acompañar la lectura de la Biblia:
* Habla. Señor. que tu siervo te escucha ( 1 Sam. 3. 10)
* Señor. aumenta mi te (L.c. 17. 5)
* Señor, ¿a quien vamos a acudir? Tu tienes Palabras de vida eterna (Jn. 6. 68)
* Señor. enseñame tus caminos
* Enseñame a cumplir tu voluntad (Sal 119, 1-18)
* Envíame tu luz y tu verdad (Sal. 42 -43-)
(Estemos atentos a la Sabiduría del Señor.)
B.- Lectura personal de la Biblia
1.-ORAR ANTES de EMPEZAR LA LECTURA
Por ejemplo:
– Concedenos, Señor que sepamos escuchar tu Palabra como Palabra de vida para que sea la norma constante en nuestro vivir diario. Amen
– Señor. ¿a quien vamos a acudir? Tu tienes Palabras de vida eterna: enséñanos a permanecer siempre atentos a tu llamada Amen.
2.- ABRIR LA BIBLIA Y LEER
Leer el texto seleccionado despacio y con atención. Detenerse en la frase que más nos impacte como dirigida a nosotros.
3.- REFLEXIONAR Y MEDITAR
Hablar con Dios sobre lo que nos ha llegado al corazón. hablarle de amigo a amigo. Descansar en Dios nuestras cargas de cada día. y aguardar atentos sus palabras de animo.
4.-TERMINAR CON UNA ORACIÓN
Por ejemplo:
Oh Dios. nosotros queremos trabajar a la luz de tu Palabra concedenos prudencia y valor, solidaridad y sabiduría. para obrar siempre con espíritu de amor fraterno. Amen.
Infúndenos, Señor. el espíritu de inteligencia. de verdad y de paz, para que habiendo conocido por tu Palabra cual es tu voluntad trabajemos para ponerla en práctica. Amén
5.- IR Y OBRAR
Tomar la palabra de Dios que el Señor ha puesto en nuestro corazón y ponerla en práctica humildemente. Será una fuente de bienaventuranza para nuestra vida.
C.- Lectura diaria
Nuestro organismo nos pide recibir diariamente el alimento necesario para nuestro sustento. Al igual que Jesús encontraba su alimento en hacer la voluntad del Padre, así también los cristianos encontramos nuestro alimento en la Palabra de Dios que se nos revela en la Escritura. Diariamente debemos acudir a la mesa de la Palabra para alimentar nuestra fe.
EN LA LECTURA PERSONAL (consejos)
Ofrecemos algunos consejos prácticos para ayudar en la lectura Personal de la Biblia:
–Conseguir un ambiente de silencio que no nos distraiga y que nos ayude a concentrar la atención en lo que leemos y conseguir que las palabras del texto resuenen con profundidad en nuestro corazón. Cada persona verá, según sus posibilidades, en qué momento del día puede conseguir un clima de silencio aceptable.
–¿Cómo proceder para la lectura? Pueden ser útiles los siguientes pasos:
* Leer algún texto que nos introduzca en la lectura del libro escogido, puede servirnos la introducción que algunas Biblias colocan antes de cada libro o grupos de libros.
* una primera lectura rápida del libro que nos dé la visión de conjunto
* una segunda lectura detenida. intentando captar frase por frase, haciendo frecuentes paradas para dar cabida a la oración. Para esta lectura lenta puede ayudarnos el leer las notas que a pie de página incluyen algunas Biblias y en las que se explican los versículos o las palabras más difíciles. Al hacer esta lectura lenta podemos ir subrayando lo que más nos llama la atención, para volver sobre ello en otro momento del día, o incluso algunos días más tarde (mejor subrayar con lápiz para poder borrarlo si lo creemos conveniente).
– Personalizar. El mensaje de la Biblia es una Palabra dirigida a nosotros. La Sagrada Escritura interpela nuestra vida. Al leer podemos plantearnos las siguientes preguntas:
* ¿que intenta decir el autor del texto a sus lectores?
* ¿me identifico con algún personaje del texto?
* ¿lo que está escrito ilumina mi vida?
* ¿debe cambiar en algo mi vida para que sea auténticamente crisitlana?
– Por dónde empezar a leer la Biblia? Aconsejamos empezar por el Nuevo Testamento. En concreto comenzar por el Evangelio de Lucas para seguir por el libro de los Hechos de los Apóstoles así leeremos los dos escritos como lo que son en realidad, como una única obra que pretende mostrar al lector la acción del Espíritu Santo en la persona de Jesús de Nazaret y en la vida de la primitiva Iglesia. Después podemos leer alguna de las cartas de Pablo: por ejemplo, la primera carta a los Corintios o la carta a los Colosenses–y el Evangelio de Mateo. Del Antiguo Testamento podemos leer algunos textos seleccionados.
2.-¿CÓMO?
La actitud con que nos acercamos a la Biblia no puede ser la misma que tenemos ante los otros libros. Veamos qué nos exige.
-En primer lugar, hemos de reconocer a Dios en cada página de la Biblia. Al igual que el pueblo de Israel supo reconocer y leer la presencia de Dios en su Historia y en los textos sagrados que iba escribiendo. También nosotros estamos llamados a hacer nuestra la experiencia de Dios que tuvieron otros creyentes tres mil años antes que nosotros.
– Una segunda actitud importante es mantener el corazón abierto a lo que Dios nos dice. Un corazón abierto que arde en deseos de escuchar el mensaje de la Palabra de Dios, que acepta con dócil obediencia la voluntad de Dios sobre la propia vida, como Jesús cuyo alimento era cumplir la voluntad del Padre (véase Jn 4,34)
Si cerramos nuestro corazón a la invitación que Dios nos hace a entrar en su amistad, nuestra vida cristiana. poco a poco irá perdiendo su sentido hasta quedar completamente vacía.
– La tercera actitud necesaria es el deseo de ponerla en práctica. Acabamos de decir que la lectura de la Biblia no nos deja indiferentes, sino que incide en nuestra vida. Ante la llamada de Dios que nos invita a encontrarnos con él, nuestra respuesta es la de aceptar su invitación y comenzar a actuar según sus caminos, comenzar a vivir la vida nueva que nos ha traído Cristo. El peligro de conformarse con escuchar la Palabra de Dios y no convertirla en vida ya se daba en los primeros tiempos de la comunidad cristiana; es por eso que Santiago se vio en la obligación de advertir a los suyos:
Eliminad toda suciedad y esa maldad que os sobra y aceptad dócilmente la Palabra que ha sido plantada y es capaz de salvaros. Llevadla a la práctica y no os limitéis a escucharla, engañándoos a vosotros mismos, pues quien escucha la Palabra y no la pone en práctica, se parece a aquel que se mira la cara en al espejo, y apenas se miraba, daba media vuelta y se olvidaba de como era. Pero el que se concentra en la Ley perfecta, Ia de la libertad, y es constante. no para oír y olvidarse, sino para ponerla por obra, este será dichoso al practicarla); (Sant 1 21-25).
También María, después de escuchar la Palabra que Dios le dirigía a través del ángel supo responder a su invitación mostrándose dispuesta a realizar lo que Dios le pedía "María contesto. Aquí está la esclava del Señor, hagase en mí según tu palabra" (L.c. 1, 39). La docilidad de María, la virgen fiel y creyente, en cumplir la invitación de Dios es un buen ejemplo de disponibilidad para cualquiera que se deja interpelar por la Palabra que Dios nos hace llegar por medio de la Escritura.
– Una última actitud es la del estudio. Ciertamente no es la actitud principal, pero no por ello debemos dejarla de lado. Intentar comprender qué quiere decir el autor sagrado, saber encontrar el sentido del texto que estamos leyendo para interpretarlo auténticamente, supone que nosotros debemos conocer en qué época se escribió, quiénes eran sus destinatarios, a qué género literario pertenece, qué estructura interna tiene el texto, cómo interpreta la Iglesia su contenido, qué problemas suscita a los teólogos y exegetas, como podemos utilizarlo en catequesis…