Pablo, revestido de Cristo.

26 de septiembre de 2007

    En el centro del evangelio de Pablo está la idea de que Cristo crea una nueva identidad humana en la que mueren efectivamente otros signos de identidad humana. Ahora bien, la escritura y las tradiciones derivadas de la interpretación bíblica son, como sabemos muy bien, poderosos forjadores de identidad. Esto era verdad para Pablo y para los primeros cristianos judíos, y también para los gentiles convertidos por Pablo. El primer mensaje cristiano proclamaba el cumplimiento de la profecía en Cristo, y del mismo modo que Cristo era confirmado por escrituras básicas, así las profecías mismas se aseguraban en su cumplimiento. El poder de los adversarios de Pablo en Galacia radicaba en su capacidad de apelar a lo que parecía el significado palmario de la escritura. De ahí que Pablo aborde las cuestiones centrales del conflicto ofreciendo pruebas de las escrituras.

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos. La Tora, o Ley, formaba la identidad judía. Pablo se vale claramente de la Ley y los Profetas para impugnar la interpretación aceptada de la Ley que brindaba señas de identidad judías. «Tora» significa más que «ley»: se refiere a los cinco primeros libros de Moisés, y significa la «enseñanza», la «revelación». En la Tora hay relatos, la historia de la creación y de Abraham, de Isaac y Jacob, de Moisés y la travesiía del desierto. Hay también mandamientos, revelación del modo de vida que se pide a los que pactan con Dios La traducciónn del hebrero «Tora» por el griego nomos (ley) era muy natural, preo también como la mayoría de las traducciones, algo equívoca y proclive a la confusión. Pablo acepta la Ley como Tora, escritura, como la voluntad revelada de Dios, pero ve su verdadero significado no en la «Ley», como normas y reglas que constituían las señales étnicas de un judío y eran el núcleo principal de interés exegético entre los fariseos a los que él antaño perteneciera, sino en Cristo.

Apoyándose en la escritura, Pablo relativiza la circuncisión: Abraham fue no sólo el padre de la nación judía, sino que todas las naciones de la tierra han de ser benditas en Abraham, dice Pablo, citando Génesis 18,18. De hecho, hace notar, antes de que Abraham fuese circuncidado, leemos en la Tora que Abraham «creyó al Dios, y por eso Dios le aceptó como justo». De esto podemos deducir que los gentiles habían de ser recibidos por la fe, y la circuncisión, marca étnica del judío, no se requería para los que pertenecían a otras razas. Pablo ha establecido así una antítesis entre Ley y fe, que se desarrolla en un nuevo argumento.

Pablo lee la escritura de una manera nueva y diferente. Donde otros judíos trataban de asegurar una absoluta obediencia al pacto, de desarrollar reglas de pureza y ritos garantizados de arrepentimiento y expiación para mantener vigente el pacto, Pablo sostiene que la maldición del viejo pacto ha sido suprimida en Cristo.

Pablo apela a la revelación de la voluntad de Dios en la Tora, a la promesa de Dios a Abraham de que todas la naciones serán benditas. Ve cumplida esta promesa en Cristo. Y esto relativiza la Ley mosaica. De la tradición judía de que los ángeles dieron la Ley a Moisés, hace un medio para restarle valor, y busca una explicación refiriéndose a la exigencia de disciplina, a la necesidad de que la Ley fije normas, por así decirlo, para niños traviesos. Pero con la llegada de Cristo, es como si se llegara a la madurez. Uno se hace justo revistiéndose de Cristo.

Significa que todo lo que le había dado su identidad queda relativizado. Su condición de judío, de hombre libre, su masculinidad, no contaban para nada, frente al estar revestido en la identidad de Cristo. Esto es lo que le dio la verdadera libertad, rectitud, que procede de la fe más bien que de la Ley. Su llamamiento aspira a que los otros vean las cosas de la misma manera. Para Pablo, lo que se debate es, y no es, la identidad judía y la identidad gentil. Ninguna tiene que ser amenazada, ni promovida. Ambas son afirmadas, y trascendidas en Cristo, como también la masculinidad, la feminidad, la condición de libre o de esclavo. Al decir que Cristo reemplaza a la Ley, Pablo indica que el verdadero significado de las escrituras judías radica en la promesa a Abraham cumplida en Cristo, que relativiza cualquier otra señal de identidad y crea una nueva humanidad.