Padre Nuestro Común, que vienes en el viento de las montañas. Que haces vibrar nuestros pechos para retenerte, y después te escapas en las palabras.Bendito seas en tus Alas, porque todo cuanto tocas vuela hacia Ti. Haz que nosotros también aleteemos a Tu Gloria. Porque en Ti está la Armonía, la Dicha, la Paz y la Luz.Bienaventurados aquellos que Te hacen suyo, porque Tú entras en ellos, y haces de sus moradas un paraíso donde se posan las aves del cielo, y las de la tierra y las de las aguas. Y todo…, todo cuanto nace en Tu busca. Porque para qué son los pies sino para hollar los senderos hasta encontrarte. ¿Para qué las manos sino para que les crezcan alas hacia Ti?
IV Domingo de Adviento
Lc 1,46-56. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí