Pascua

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.El Tiempo Cuaresmal tiene relación con la la Pascua, y desde esta perspectiva también es tiempo pascual, aunque la liturgia aplique este término a la cincuentena que va del día de Resurrección a Pentecostés.

Pascua significa paso, y en este significado caben diferentes evocaciones: la travesía que leemos en el libro del Éxodo, cuando el pueblo de Israel cruzó el Mar Rojo, o el tránsito de la muerte a la vida, que en la historia de Jesús son los misterios de su Pasión, muerte y resurrección, y en Liturgia es la fiesta principal de los cristianos, que se celebra de manera solmene en la Gran Vigilia de la noche santa de la Pascua de Resurrección.

Pascua significa también conversión personal, paso de la vida de esclavitud y de pecado, a una opción evangélica. La Sagrada Escritura se refiere este día al paso de lo viejo a lo nuevo, novedad anunciada por el profeta, que acontece por la gracia de la Redención.

Cuentan que dos discípulos del abad san Benito, siendo este muy anciano, se acercaron a felicitarle el día de Pascua; el santo monje no sabía que era esa fecha, y cuando le saludaron con gran afecto y le dijeron: “¡Padre, hoy es Pascua!”, el anciano respondió: “Si, hijos míos, hoy es Pascua, porque habéis venido”.

Según la anécdota benedictina, cabe también interpretar que la fiesta de la Pascua no está hipotecada al calendario, sino que cada día podemos vivir el gozo de sabernos salvados, redimidos, amados, y por esta certeza, nos puede suceder como a santa Teresa de Calcuta que cuenta cómo en una de sus experiencia místicas oyó al Señor que le decía: “TENGO SED DE TI, tal y como eres. No tienes que cambiar para creer en Mi Amor, ya que será tu confianza en ese Amor la que te hará cambiar”.

Cada uno podemos ser motivo de alegría para nuestro prójimo, y en ese encuentro se perciben las notas esenciales de la Pascua, a la manera de Jesús resucitado cuando se hace presente en la vida de los suyos y los saca de su tristeza, soledad, desesperanza, frustración, escepticismo, encerramiento y desengaño.

Con la alegría que nos produce la fe, al testimoniarla de manera discreta, podemos expandir el Evangelio por la fascinación que suscita el sentido trascendente de la vida en medio de una cultura sin horizonte.

Cada día es Pascua, y cada acontecimiento guarda en su núcleo la esencia del misterio cristiano por excelencia, porque en todo cabe percibir muerte y vida, despojo y hallazgo, siembra y cosecha.

¡Hazte testigo del gozo del Evangelio y difundirás la esencia de la Pascua!