Peregrinación a través de la naturaleza, el deseo y el alma

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.Naturaleza, deseo, alma: Nosotros raramente los integramos bien; ellos, en cambio, están tan intrincadamente enlazados que la manera como relacionamos a uno afecta profundamente a los otros. Y, verdaderamente, la espiritualidad podría ser definida como lo que cada uno de nosotros hace en su intento de integrar a estos tres en nuestras vidas.

Más recientemente, notables autores espirituales tales como Annie Dillard, Kathleen Norris, Bill Plotkin y Belden Lane han argüido persuasivamente que la naturaleza física afecta profundamente al alma, exactamente como manejar nosotros nuestros deseos privados influye profundamente en la manera como tratamos la naturaleza. La espiritualidad es ingenua cuando está divorciada de la naturaleza y el deseo. En un libro recién lanzado al mercado, “El camino sabe cómo: una peregrinación campestre a través de la naturaleza, el deseo y el alma”, el escritor canadiense Trevor Herriot junta estas voces clamando por una mejor integración entre naturaleza, deseo y alma.

El movimiento del libro sigue a su título. Herriot hace una peregrinación a pie a través de parte de las praderas de Saskatchewan, una tierra andada por el búfalo durante siglos, y deja a la naturaleza y al deseo hablar a su alma mientras hace este Camino campestre. El resultado es una extraordinaria crónica, un libro profundamente moral.

Como naturalista, Herriot está envuelto en diversos proyectos de conservación, desde proteger los pájaros de la campiña hasta preservar la histórica hierba sobre la cual en otro tiempo anduvo vagabundo el búfalo. Así, no es ninguna sorpresa que uno de sus temas centrales sea la conexión que él intuye entre naturaleza y espíritu: “Me preocupa lo que sucede cuando separamos la espiritualidad de la vida corporal y la cultura, ambas profundamente conectadas a la tierra, al clima y a los otros dones del lugar”. Y deberíamos preocuparnos también: “En estos días, vemos pasar camiones de grano y sentimos algo que en nosotros y en la tierra sufre cuando los alimentos son enviados y consumidos con poca intimidad y respeto. Los lentos movimientos locales de víveres están mostrándonos que el modo como cultivamos, distribuimos, preparamos y comemos  alimentos es importante para la salud de los intercambios de nuestro ‘cuerpo a tierra’. El siguiente paso puede ser darnos cuenta de que la energía que trae el polen al ovario y hace crecer el grano, una vez entra en nuestros cuerpos, también necesita ser gestado. El modo como respondemos a nuestro deseo de unirnos, conectar y ser fecundos -agitaciones sentidas tan profundamente, pero con frecuencia expresadas tan superficialmente- determina la calidad de nuestros intercambios ‘cuerpo a cuerpo’ ”.

De aquí hay un pequeño paso a sus reflexiones sobre el sexo y el deseo. Herriot expone que “hay una tristeza que viene de hacer mal uso de la energía sexual, una especie de desesperación funcional que susurra en el fondo de la mayoría de los hombres, si se paran el tiempo suficiente para escucharlo”. En resumen, para él, tal como tratamos a nuestros cuerpos, a nuestros cónyuges y al otro género, ayuda grandemente a determinar cómo tratamos la naturaleza. Y lo contrario es justamente tan cierto: la manera como tratamos la naturaleza nos ayudará a determinar cómo tratamos a nuestros propios cuerpos, a nuestros cónyuges, a quienes amamos y al otro género: “En un mundo bañado en sexo industrial e impersonal, donde la verdadera relación y ternura son raras, ¿sentimos también que algo en nosotros y en la tierra está siendo dañado desde la misma ausencia de intimidad y respeto? ¿Aprenderemos que cualquier expresión dada de nuestras energías eróticas o nos une o nos separa del mundo que hay alrededor de nosotros y de nuestras almas? Estamos descubriendo que debemos administrar las energías captadas por la naturaleza en hidrocarburos o en las plantas y animales vivientes, y así mejorar los modos como recibimos los frutos de la tierra, pero luchamos por ver la responsabilidad principal que cargamos por la pequeñas pero acumulativamente significativas explosiones de energía que acercamos y transmitimos a medida que respondemos a nuestros anhelos de conectar, unir y ser fértiles. Aprender cómo administrar el modo de producir fruto nosotros mismos como seres espirituales/sexuales con un conjunto lleno de deseos animales y ambiciones angélicas, puede ser más importante para nuestro caminar humano de lo que podemos entender plenamente”. Esto no es un lenguaje que resulte fácilmente asimilado por la derecha ni por la izquierda.

Como el libro de Allan Bloom hace una generación “La cerrazón de la mente americana”, el libro de Herriot se expone a tener igualmente fuertes críticas en ambos lados del espectro religioso e ideológico. Los conservadores religiosos estarán decepcionados acerca de algunos de sus puntos de vista sobre la sexualidad, pero me temo que muchos liberales laicos estarán exactamente tan decepcionados por esos puntos de vista como sus opositores del ala derecha. Lo mismo vale para algunas opiniones de Herriot sobre el alma, la iglesia, el Cristianismo histórico, el patriarcado, el feminismo, el género, la homosexualidad y el calentamiento global. Los cristianos conservadores se encontrarán incómodos en aspectos sobre los que preferirán no pensar, y los laicistas estridentes se encontrarán constantemente incrédulos de que alguien como Herriot, al que consideran un aliado, quiera hablar del alma, la espiritualidad, la lujuria y la castidad de un modo que hace tiempo han considerado ingenuo; pero, con frecuencia, mantener verdades tan complejas crea precisamente esta clase de tensión.

James Hillman se solía mofar: “Un síntoma sufre extremadamente cuando no sabe a dónde pertenece”. El libro “El camino sabe cómo” nos dice a dónde pertenecen muchos, muchos de nuestros síntomas.