Decenas de enviados especiales de medios de comunicación de todo el mundo se encuentran en Haití. ¿Qué tipo de cobertura están realizando? ¿Cuál debería ser su papel en estas situaciones, más allá de describir el desastre?
Estos días estamos asistiendo a un despliegue masivo de periodistas en Haití. ¿De qué nos informan?
En general, en los medios predominan las crónicas y descripciones de lo que ven los ojos de las y los enviados especiales: muertos, escombros, caos, violencia, urgencia…
Tanto el contenido de estas piezas como el tratamiento que reciben en las redacciones resulta a menudo discutible: escuchamos en la radio crónicas con fondo musical que acentúa el dramatismo de la situación, leemos artículos donde descripciones de la violencia, el caos y la impotencia para hacer frente a las catástrofes naturales no hacen más que alimentar mitos que dificultan su comprensión…
¿Debe ser ésta la tarea principal de los y las periodistas en situaciones como ésta? ¿Transmitir su máxima crudeza?
Todavía muchas portadas y especiales de diarios digitales mantienen retratos en primer plano de las primeras víctimas del terremoto, mirando aturdidas a la cámara, rostros quemados, cuerpos aplastados, sin aire… ¿Dónde queda el respeto al sufrimiento y la intimidad de las víctimas? ¿Se mostrarían las mismas imágenes si el desastre se hubiera producido a pocos quilómetros de aquí?
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