¿Por qué este sufrimiento?

Señor Jesús,
se nos ha muerto un ser querido
y estamos tristes.
Tú comprendes nuestro dolor.

Lo comprendes porque eres Dios
y porque eres hombre como nosotros,
porque también tú lloraste
con lágrimas humanas
sobre la tumba de un amigo.
Somos nosotros
quienes no comprendemos nada.

Una vez más, Señor,
se han agolpado a nuestra mente los porqués
ante un hecho que nos resulta inexplicable.

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.¿Es cierto que Dios,
tu Padre y nuestro Padre,
nos ama y nos quiere felices?
¿Es verdad que él es omnipotente
y que tú mismo tienes en tus manos
todo el poder de Dios?
¿Por qué entonces el dolor,
el sufrimiento, la agonía, la muerte?

Te cercamos con nuestros interrogantes
y tú nos desconciertas con tu silencio.
Hay quienes dicen que eres cruel
o, más simplemente, que no existes,
porque si ellos fueran Dios
lo harían de otra forma,
lo harían mejor que tú…

Tú mismo has querido ir más lejos todavía:
has llevado al límite nuestra fe.
Porque tú eres
la inocencia condenada,
el Hijo "abandonado",
el Dios crucificado.
Eres, Señor, nuestra última pregunta.

Pero también tú, y sólo tú,
resucitado y resucitador de todos,
eres nuestra verdadera
y definitiva respuesta.

En ti palpamos el misterio insondable
que nos permite presagiar
en esta noche de la fe
la otra cara del sufrimiento:
el Amor que todo lo puede,
que rompe todos nuestros esquemas
y da sentido al absurdo,
al escándalo de la cruz.

Hoy, inesperadamente,
hemos sentido el peso de tu mano fuerte,
llena de ternura,
poniendo freno y dando cauce
a nuestra experiencia de dolor
Déjanos cantar ahora con el salmista:
“Al ir iban llorando,
llevando las semillas,
al volver vuelven cantando
trayendo sus gavillas’”.
Somos pobres e ignorantes,
seguiremos sin entender nada,
pero nos fiamos de ti.

Que cada día aprendamos mejor el Fiat
-"Hágase"-
con aquella "música" con que María lo cantó.