¿Por qué hay gente que nace y crece en condiciones pobres de vida— sin recursos económicos, sin educación, en un ambiente familiar disfuncional—y sin embargo logra superarse, salir adelante y alcanzar éxitos, mientras otras personas que lo tienen todo terminan viviendo vidas que son un desastre?
Esta fue la pregunta que inició la conversación de la otra noche. Lo que vino después fue un enriquecedor intercambio de opiniones sobre lo que hace la diferencia entre quienes rodeados de las peores circunstancias logran triunfar vs. aquellos que, teniéndolo todo, se enrumban hacia la mediocridad. En otras palabras, lo que distingue al que desaprovecha sus oportunidades del que manifiesta posibilidades de donde pareciera no haber esperanza.
Algunos ejemplos:
La historia del niño que fue entregado por su madre en adopción, que luego abandonó la universidad, más tarde fue despedido de la propia empresa que había creado, fracasó con su próximo negocio… pero al final volvió a su empresa original para sacarla de una inminente ruina y convertirse, él, en uno de los hombres más influyentes de la informática, la música y la animación computarizada (Steve Jobs, CEO de Apple).
El niño que nació sin brazos en Nicaragua producto de la talidomina (una medicina) que le suministraron a su madre durante el embarazo, que luego decidió seguir su pasión, vencer sus limitaciones y alcanzar sus sueños a toda costa… y hoy es un famoso guitarrista que toca con los pies e inspira a multitudes a vencer sus barreras (Tony Melendez).
La niña negra que nació en medio del racismo y la pobreza norteamericana, de la que abusó sexualmente un familiar a temprana edad y luego quedó embarazada durante su adolescencia… que hoy es una de las mujeres más admiradas por millones de personas en todo el mundo por el impacto positivo que ha generado a través de su imperio mediático y su mega-fortuna de más de mil millones de dólares (Oprah Winfrey, conductora por 20 años del Oprah Winfrey Show y Editora de la revista “O”).
El niño que nació en la pobreza en una zona marginal a las afueras de Caracas, Venezuela, que peleó contra la tentación de las drogas y la delincuencia que le rodeaba a través de su compromiso con el estudio, que luego se graduó en la universidad de ingeniero aunque ello implicara emplear más de 7 horas al día trasladándose en transporte público y dormir un promedio de 4 horas por noche… que hoy es Vicepresidente de Tecnología de una prestigiosa firma financiera y vive con su familia en una estupenda casa en una de las mejores zonas de la capital (uno de mis clientes a quien resguardo su anonimato).
Los ejemplos son miles. Y los hay por todos lados. Seguramente alguna vez has tenido contacto o te has enterado de alguien que ha conquistado triunfos contra todo pronóstico. Quizá tú eres una de esas personas. Y también puedes conocer a quienes están del otro lado de la historia: quienes teniéndolo “todo”, han desperdiciado su vida.
La diferencia surge de una decisión. La decisión de adueñarte de tu vida. La elección de conectarte con la certeza de que, en última instancia, tu destino depende de ti. Tu éxito no lo determinan las circunstancias. Es tu respuesta ante las circunstancias—la actitud que asumes, las decisiones que tomas, los acciones que emprendes—lo que conforma tu futuro.
No es que las circunstancias no puedan afectarte. Claro que sí. Tú y yo somos humanos. Hay cosas que nos duelen, que nos roban energía, que nos hacen llorar y hasta sangrar.
Pero después del luto, de la caída, de llorar para descargar la rabia, la tristeza o el miedo ¿qué decides hacer? ¿Qué actitudes escoges asumir? ¿A qué te comprometes? Tus actitudes, decisiones y acciones son lo que al final del día van a marcar la dirección de tu vida. Tu vida, tu éxito, tu progreso, tu superación, tu próximo nivel de calidad de vida, depende de ti. Está en ti. Está en tu capacidad para escoger una mejor respuesta—una respuesta diferente a la del pasado, una respuesta que te permita sentir que te adueñas de tu destino.
¿Por qué hay gente que teniéndolo “todo” desaprovecha su potencial? Porque sea desde la arrogancia o desde la carencia de auto-estima, no se da cuenta de que la vida está como un regalo del cual adueñarte. ¿Por qué hay quien parecía que tenía todo en su contra y aun así se superó y triunfó? Porque en algún momento de su existir hubo un momento, un instante crucial, en que decidió que su vida estaba en sus manos.
En la conversación de la otra noche también exploramos el tema de la influencia de los padres sobre los hijos en relación a este asunto. No importa si tú eres un padre o una madre que le da “todo” a tus hijos o uno que pueda juzgarse con limitaciones económicas, sociales o culturales—parte de tu misión está en ayudar a germinar en tus hijos ese sentido de pertenencia y de responsabilidad por sus propias vidas. La responsabilidad que libera. La responsabilidad que potencia. La responsabilidad que dice “mi vida, depende de mí”. La responsabilidad que hace la diferencia. La responsabilidad que te hace aprender a no buscar culpables. La responsabilidad que te impide verte como una víctima. La responsabilidad que te permite buscar una mejor respuesta a tus actuales circunstancias. La responsabilidad que enciende el poder y libera el potencial más allá de cualquier circunstancia. Como padres, tenemos el reto de modelar esto a nuestros hijos.
Responsabilízate por tu vida. No te veas ni te sientas como una víctima. Aduéñate de tu destino. No porque eres un súper héroe indestructible y todo poderoso, sino justamente porque eres humano. Y con tu humanidad viene el poder para elegir algo diferente—una mejor respuesta, una nueva decisión, una acción decisiva que te permita acercarte hacia lo que quieres.
“Nuestras plegarias no son respondidas cuando se nos da lo que hemos pedido, sino cuando somos retados a ser lo que podemos ser”. (Morris Adler )
Quizá las circunstancias que en este momento te rodean—esas condiciones de vida o situaciones en las que te encuentras inmerso—no son las más deseables. Pero ¿será que en ellas está el regalo de la oportunidad que tienes para adueñarte de tu grandeza? Vivir al efecto o ser causa generadora de un mejor futuro. Ser víctima o ser dueño de tu vida. La diferencia… está en ti.