Asia es un continente que está experimentando las esperanzas y las alegrías de un continuo renacimiento en el Espíritu (Ecclesia in Asia).
Todos sabemos que el 60% de la población del mundo vive en Asia. Se trata de un continente joven con una mayoría de población joven. Por lo tanto, de muchas maneras, Asia es fundamental para el futuro del mundo. India y China, que cuentan con el 37% de la población mundial, están emergiendo como actores principales en numerosos campos del escenario internacional.
Hay poca uniformidad en el escenario asiático, y por lo tanto es difícil definir qué significa ser asiático. Vemos un alto nivel de desarrollo económico en algunos países como Japón, Corea del Sur, Taiwan; un desarrollo en aumento en otros países; y algunos que luchan contra la pobreza. Asia ha sido bendecida con la riqueza de culturas antiguas y sumamente desarrolladas. Es además la cuna de numerosas religiones del mundo.
¿Será debido a la profunda naturaleza espiritual radicada en el alma asiática, que busca constantemente lo Absoluto? .
Las Iglesias de Asia han identificado tres áreas para nuestro trabajo, debido a los tres grandes desafíos con los cuales nos enfrentamos. Por lo tanto necesitamos entablar un diálogo:
- con las culturas,
- con los pobres
- y con las religiones:
para estudiar lo que significa para nosotros el mandato del Evangelio en nuestra relación con estas tres grandes realidades.
La Globalización es una tendencia sumamente generalizada que impacta todos los aspectos de la vida asiática. Se trata de un proceso continuo, inexorable, complejo y ambivalente que repercute en todas las esferas de nuestra vida y de nuestra actividad. Comenzó como un proceso económico que llevó a la libre competición, a veces en detrimento de los países más pobres y ahora se ha convertido en un fenómeno cultural. Afecta valores culturales asiáticos fundamentales, trayendo consigo materialismo, individualismo, consumismo y relativismo. La juventud es especialmente vulnerable a sus efectos.
Los resultados de la globalización afectan totalmente nuestro sistema de valores. Valores asiáticos tradicionales, culturas y preciadas tradiciones están sufriendo su impacto y están siendo erosionadas. Al embarcarnos en el gran proyecto de la Nueva Evangelización, me permito identificar algunos de ellos:
- 1. Como he mencionado anteriormente, el espíritu de secularismo y materialismo se está haciendo más predominante. La población asiática es religiosa por naturaleza, cientos de miles de personas visitan templos y lugares de oración para recibir la bendición divina durante festividades especiales. Actualmente, algunos ven que Dios está siendo desplazado desde el centro de sus vidas hacia la periferia. Desde nuestra perspectiva Cristiana, nuestras Iglesias aún reciben grandes congregaciones, pero nos preguntamos si esta situación continuará. El Año de la Fe nos presentará el desafío de comunicar el mensaje de Fe de una manera atractiva, pertinente, y que dé una respuesta a las cuestiones de nuestro tiempo.
- 2. Los lazos familiares que en el pasado eran muy importantes y estaban profundamente arraigados en todos los hogares asiáticos, están sufriendo un lento deterioro. Los ataques a la santidad del matrimonio están conectados con esto. El divorcio, que en el pasado se consideraba como un tabú ya no es tan poco común. Se escuchan voces débiles que hablan de matrimonios del mismo sexo. No se trata aún de un movimiento de grandes dimensiones pero está ganando terreno lentamente en nombre de la libertad. Están surgiendo muchos movimientos familiares en la Iglesia de Asia. Este apostolado ha dado abundantes frutos, dado que se acepta la familia como la célula básica de la sociedad, como el ambiente en el cual se obtienen la felicidad, el éxito y la misión vivificadora. Nuestro desafío es encontrar nuevas maneras de preservar la sacralidad de la familia y del hogar.
- 3. Movimientos contra la vida – si bien el alma asiática considera importante todos los aspectos de la vida, al mismo tiempo están aumentando las amenazas a la vida que, de diversas maneras, son alarmantes. Los conflictos étnicos, la supresión violenta de diferentes grupos religiosos; la trágica amenaza a la vida de los desamparados; de los niños aún no nacidos, el feticidio femenino practicado en algunas zonas, dado que las niñas se consideran una maldición divina y una carga financiera. El alma asiática en sí tiene un gran respeto por la vida. En algunas tradiciones religiosas, los animales y las plantas son considerados sagrados y tratados con sumo respeto. En estos ambientes el mensaje del Evangelio en favor de la vida va a ser fácilmente aceptado.
- 4. El alma asiática busca la comunidad. También esto está siendo afectado por el individualismo que se está introduciendo a hurtadillas, con su falta de respeto por el prójimo, su indiferencia por sus necesidades, y falta de hospitalidad, lo cual era tradicionalmente importante en todas las sociedades. La Iglesia de Asia ha elegido el método de base de la Comunidad Cristiana como su nueva manera de ser Iglesia. Esto ha tenido un éxito considerable en algunos lugares y ha llevado a la participación de los laicos en la Iglesia, a la formación laical y a alcanzar al otro. Ha dado un sentido de pertenencia a muchos que se sentían abandonados.
- 5. Por desgracia también estamos viendo un creciente número de ataques a la religión. En algunos países la persecución de los Cristianos está aumentando. La oposición proviene de una religión dominante y, a veces, de una orientación ideológica que desea imponer una autoridad política a los grupos religiosos. En algunos lugares las comunidades Cristianas se sientes débiles e indefensas, pero hemos visto casos de testimonio heroico en medio del sufrimiento.
Las grandes ideas del Vaticano II en Nostra Aetate hoy siguen siendo pertinentes. Para nosotros, en Asia, el diálogo es una necesidad, no un lujo. Hoy, el diálogo de vida es algo en lo que todos nosotros estamos comprometidos. En Asia representamos sólo un 3% de la población total, con una mayoría Cristiana sólo en dos países, Filipinas y Timor del Este.
Los fundamentalismos religiosos se están haciendo sentir en nuestro continente. Estos incidentes, si bien esporádicos, son suficientes para causar alarma. Confiamos en que el Año de la Fe nos va a permitir comprender más profundamente nuestra fe, vivirla más auténticamente y predicarla con mayor confianza.
Para finalizar menciono otros dos elementos del escenario asiático:
- Para nosotros la religión consiste más en un discipulado que en la observancia de una doctrina o en la obediencia de una serie de reglas. La persona de Jesús es sumamente atractiva: Su mensaje y Su vida, Su pasión, muerte y resurrección. La observancia de la doctrina surge como el fruto del discipulado a un maestro. Así es como los primeros Cristianos proclamaron la Buena Nueva.
- Además, la mentalidad asiática haya más significativa la oración contemplativa que la meditación discursiva. Estas son las riquezas sobre las que podemos construir y que podemos compartir con el mundo. Nuestras liturgias son fundamentales para nuestra fe Cristiana, pero si, al menos en un servicio paralitúrgico, es posible centrarse en la contemplación, ello brinda una gran satisfacción a nuestra gente, que siente la presencia de Dios y se siente fortalecida por Él.
Los desafíos ante los cuales nos encontramos son inmensos, pero las oportunidades son enormes. La Nueva Asia ha sido bendecida con un boom en las comunicaciones que no tiene precedentes. Esto no se ve como una amenaza sino como un gran don de Dios que se puede usar para difundir la Buena Nueva. Nuestra misión es preparar en particular a la juventud para que use estos nuevos medios y para que se beneficie con ellos.
Que la Virgen María, estrella de la nueva Evangelización, nos guíe en nuestro camino.