Rogar por los que no son de este redil. Carta abierta a los obispos católicos romanos

4 de mayo de 2015

Queridos obispos:

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.Les escribo como leal hijo de la Iglesia Católica, con un particular ruego: ¿Podrían añadir a nuestras actuales Plegarias Eucarísticas una explícita invocación por otras Iglesias Cristianas y por los que las gobiernan?

Por ejemplo, la oración por la Iglesia y sus gobernantes que se reza en varios Cánones Eucarísticos ¿podría tener estos añadidos: “Acuérdate, señor, de tu Iglesia entera, extendida por el mundo; condúcela a la plenitud de la caridad, junto con N., nuestro papa, y N., nuestro obispo, junto con todos los que ayudan a guiar otras Iglesias Cristianas, y todo el clero.”? ¿Podrían nuestras Plegarias Eucarísticas tener esta clase de añadido?

¿Por qué? ¿Por qué rogar por otras Iglesias dentro de nuestra Plegaria Eucarística? Por tres razones:

Primera, deberíamos rogar explícitamente por otras Iglesias Cristianas durante nuestra Plegaria Eucarística porque Jesús lo hizo. En el evangelio de Juan, Jesús ruega explícitamente por aquellos que mantienen la misma fe pero están separados, por cualquier razón, de la comunidad a la que está hablando en ese momento. Ruega por “otras ovejas que no son de este redil.” (Jn. 10, 16). Raymond Brown, quizás el erudito más respetado en el estudio del evangelio de Juan, entre otros, refiere que en el tiempo en que fue escrito el evangelio de Juan (entre los años 90 y 100 d. C.) ya había divisiones en la Iglesia, parecidas a nuestras actuales divisiones denominacionales, y que la plegaria de Jesús por “otras ovejas que no son de este redil” es, de hecho, una oración por otros cristianos que estaban separados en teología y culto de la comunidad en la que Juan sitúa esta particular frase de Jesús. Y Jesús, con un corazón para todos y no sólo para aquellos que son miembros de esta particular comunidad, ruega por esos otros: “Tengo que guiar también a esos. También ellos escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo pastor.”

Segunda, si nosotros, como Jesús, amamos de hecho a los que comparten la misma fe con otros pero de los que estamos separados, será doloroso para nosotros que nuestra mesa eucarística no esté completa, que algunos de nuestra familia no estén a la mesa con nosotros, que nuestra mesa tenga puestos vacíos. Los Católicos Romanos no somos una familia completa. Los Protestantes no son una familia completa. Los Evangélicos no son una familia completa. Las Iglesia Cristianas Libres no son una familia completa. Sólo juntos formamos una familia completa. Una Plegaria Eucarística que ruega sólo por nosotros como comunidad y por nuestro papa y nuestros obispos es de alguna manera incompleta, como si no tuviéramos necesidad de conocer y sentir la verdadera ausencia de tantas personas sinceras que no están con nosotros, mientras nosotros celebramos la presencia real de Cristo en nuestra mesa y experimentamos la intimidad que esto nos da. Es gozoso celebrarlo unos con otros en la Eucaristía; pero necesitamos -sugiero yo- reconocer, en un lugar central de nuestra plegaria, eso por lo que suspiramos, deseamos bien y por lo que rogamos, a esos que ya no comparten la mesa familiar con nosotros. Y tal oración no debería ser vista como una concesión a nuestros hermanos separados. Este deseo debería ser también para guardarnos, católicos romanos, de estar tranquilos con una familia que está rota, como si no tuviéramos necesidad de esos que no están con nosotros.

Finalmente, hay también una consideración, sensibilidad y hospitalidad prácticas. Más y más, tanto si es en funerales, bodas, retiros interdenominacionales, como en diversos eventos que organizan otros cristianos en nuestras Iglesias Romanas Católicas, nosotros celebramos la Eucaristía en situaciones que requieren, o al menos deberían requerir, una sensibilidad ecuménica más aguda. En estas situaciones -personalmente, como sacerdote- encuentro embarazoso y no del todo hospitalario rogar por nuestra comunidad católica, por nuestro papa, nuestros obispos y nuestro clero, sin ninguna preocupación ni mención de otras Iglesias Cristianas, sus dirigentes y sus luchas por ser comunidad en Cristo. Creo que esa hospitalidad pide de nosotros -me atrevo a decir, demanda de nosotros- una sensibilidad ecuménica más grande que la que hemos estado ofreciendo hasta el presente. ¿No se beneficiarían todos si hiciéramos esto? ¿No se enriquecerían otros cristianos, nosotros mismos como comunidad de amor y hospitalidad y todo el Cuerpo de Cristo -que es más amplio que nuestra particular comunidad histórica- si nosotros, en esta oración que nos es tan central, rogáramos explícitamente por aquellos que comparten la fe cristiana con nosotros pero están separados de nosotros? ¿No sería esto un gesto cortés de hospitalidad?

Haciendo esto, ¿qué estaríamos comprometiendo? ¿Qué estamos protegiendo no haciéndolo? Haciendo esto, ¿no seríamos más sensibles al evangelio y a las palabras y acciones de Jesús?

Así pues, este es mi sincero ruego: Por favor, añadan una invocación explícita en cada una de nuestras Plegarias Eucarísticas que ruegue por otras Iglesias Cristianas y sus dirigentes. Vds. se moverán en terreno seguro. Esto mismo hizo Jesús.

Ofrezco esta sugerencia con todo respeto, como leal hijo de la Iglesia.

(Traducido al Español para Ciudad Redonda por Benjamín Elcano, cmf)