«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos».
Dios es amor. Y quiere que todos se salven. ¿Por qué nos cuesta tanto aceptar ese amor? ¿Por qué, a veces, como a los contemporáneos de Jesús, nos parece mal que la salvación llegue a todos? Tenemos nuestra idea de la salvación y de los salvados. Que el Señor llame a un “pecador” no nos encaja. Pero Cristo sabe lo que se hace. Busca a los enfermos que quieren ser sanados. A tiempo y a destiempo. En la orilla del lago, y en el lugar de trabajo. Déjale llamarte por tu nombre y síguele.
Oración.
Padre bueno, que quieres que todos los hombres se salven.
Danos la humildad para comprender que todos estamos enfermos,
y necesitados de sanación.
Que durante esta Cuaresma podamos sentirte
como el médico bueno que se ocupa de todos.
Sin distinción.
Amén.