Sacerdote y sacerdotisas.

Mi aportación nace de la ilusión y de la esperanza. También del sentido fraternal que permite decir las cosas con amor, sin pretender manipular a nadie.

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.Para mí un sacerdote ante todo es alguien que VIVE, que se siente VIVO y en comunión con la vida y con la humanidad. Que «centrado» en Dios avanza en la vida sin juzgar, sin condenar, amándose a si mismo y a los demás, se sabe UNO con todo y con todos. El silencio interior es lo que le catapulta a la acción. Es alguien que procura dirigirse a la compasión, a la inocencia, a la luz, a la esperanza y al gozo, en medio del dolor y de la tristeza. Es alguien que cree en la justicia y en la verdad, «verdaderas» utopías del mundo de hoy.

    Como no se cree mejor que nadie, acepta sugerencias, es humilde y se equivoca, como todo el mundo, y no esconde que se ha equivocado. Y además toma en serio la realidad de los pobres para transformar su vida en resurrección. Comunica que Dios quiere la prosperidad que nace de reconvertir los valores que imperan en nuestra sociedad por otros más luminosos. Aquellos que hacen crecer al hombre en tanto que hombre y Dios.

Y este sacerdote podría casarse o no, porque la opción sería libre, no habría ningún problema en escoger un camino de familia. Y para terminar, que este sacerdote pudiera ser también una sacerdotisa, porque no hay razones evangélicas para negar el sacerdocio a las mujeres, sólo razones humanas y temporales, que se pueden revisar. Lo importante es amar.