Es una mañana tranquila y soleada. Sintonizo la radio para escuchar las noticias. Faltan dos minutos Amenizan la espera con una canción del grupo “Académica palanca”. Una voz desapasionada canta que éste no es el mejor de los mundos, que sigue habiendo hambre y guerra, “pero podemos mover los brazos, las piernas y animarnos”. Es ambientación correcta para las noticias del día. No hay que perder la calma. Después me parece una osadía escribir del Espíritu de Dios. Los datos muestran que Dios no reina, que su proyecto no interesa.
Es frecuente hoy esconder la esperanza como hicieron entonces los amigos del crucificado. Hoy, como entonces, muchos idealistas son vencidos por la lógica de los poderes de este mundo. ¿Es sensato seguir hablando de recreación, de redención, de liberación? ¿Cuáles son los caminos de Dios?. María ofrece la condescendencia de Dios en el mundo real. Dios recrea la Vida en Ella; su “hágase” creyente, nos resuena como él “hágase” primero del Espíritu creador. María es la estrella que anuncia siempre alguna manifestación de Dios. El proceso que hace brotar la humanidad redimida, iniciado en ella, culmina en tres experiencias significativas que vive esta “mujer nueva”:
- María con Juan al pie de la cruz: Aquella tarde de viernes, la madre del ajusticiado permanece de pie junto a la cruz. Contempla la agonía de Jesús, ve brotar el agua y la sangre del costado; todo se ha consumado. Y desde aquella hora el Espíritu del Ungido de Dios se derrama y se comunica porque se ha roto el cuerpo que lo contiene.
- Santa María del Cenáculo baja al escondite de los amigos: Sentimos la invitación a entrar en el grupo: “Mujer, ahí tienes a tu hijo… ahí tienes a tu madre. El discípulo la recibió en su casa” (Jn, 19,26-27). La madre de Jesús comparte su experiencia; en la fe recibió María la fuerza sencilla de su existencia humana femenina (R. Guardini). La historia no mejora por la fuerza, los poderosos no humanizan. Sólo maduramos en la acogida confiada y agradecida del Espíritu de Dios.
- María, “ llena del Espíritu Santo” es modelo de humanidad nueva; acrisolada su experiencia de fe en el dolor de la pasión, es madre de la Iglesia. María educa el recuerdo y la memoria cordial, la oración y la esperanza en la promesa de Jesús; educa la experiencia de paz resucitada que florece en concordia y comunión; ella hace posible que todos perseveren con un solo corazón a la espera del Espíritu (Hechos, 1,14). Mujer alegre en su servicio, dócil a la voz interior; fuerte para la activa propagación de la palabra de Dios, como fermento en la masa, como luz sobre el candelero; siempre nos lleva a la luz; “de nuevo es colmada de gracia en el nacimiento de tu nuevo pueblo”. (Prefacio). ¿Vivimos en el Espíritu, con María?