Actitud de quien, siendo llamado por Jesús, decide dejar sus seguridades y recorrer el camino del Maestro y Señor, siempre imprevisible y desconcertante.
Esto supone aprender de él como modelo y paradigma, pero no por imitación mecánica, sino por participación de su mismo Espíritu y comunión en sus actitudes y opciones fundamentales respecto a Dios, su Reino, los hombres, la vida, la historia. Seguir a Jesús significa entrar en el Reino que él proclama e inaugura y ligarse a su destino, tanto en la persecución y muerte como en el gozo de las bienaventuranzas y de la gloria. El seguimiento expresa perfectamente el tipo de actitud original que exige la fe: una conducta marcada no por prescripciones y recetas preestablecidas, sino por la acogida en la propia vida de la persona y el proyecto de Jesús.
