¡SEÑOR: NO PERMITAS QUE ACABEN MURIENDO!
¡Señor!:
hoy quiero pedirte, de entrada y sin más,
compasión y misericordia para todos los subsaharianos
que han sido abandonados en medio del desierto
sin pan, sin agua y sin ningún tipo de ayuda
con qué poder resistir y aguantar
para poder continuar sobreviviendo.
¿No te acuerdas, Señor,
que tu pueblo de Israel, hace ya unos cuantos siglos,
vivió la misma experiencia,
cuando estuvo viviendo en el desierto
durante cuarenta años?
Seguro que sigues teniendo muy presente
la situación tan desesperada que vivieron aquellos israelitas,
hasta el punto de llegar a renegar de Ti
y echarte la culpa de todos los males
que en aquellos momentos convulsionaban sus vidas.
Pero tu compasión y tu misericordia,
siempre grandes e inmensas hasta rebosar,
hicieron aquel gran milagro
de darles el pan del maná y el agua de la roca,
que les ayudó a aguantar hasta llegar a la Tierra Prometida.
Hoy, Señor,
no te pido que hagas el milagro
de enviar pan y agua a esos pobres subsaharianos;
y no te lo pido sencillamente porque no es necesario.
Pero, en cambio, sí que te pido un milagro aún más difícil:
que muevas nuestros corazones y nuestras conciencias;
pero mueve sobre todo el corazón y la conciencia
de los que gobiernan la Unión Europea,
la del presidente de los Estados Unidos,
y la de los gobernantes de los países más ricos del mundo
Pues somos nosotros y ellos quienes tenemos la solución.
Pero este milagro, Señor,
sí que te resultará difícil,
debido, entre otras cosas,
a que nuestros ojos están cegados por la avaricia
y nuestro corazón embotado por el egoísmo.
Señor: hoy te pido que tengas misericordia
y te apiades de ellos y de mí.