Texto profético:
“Con las dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, confesará sobre él las iniquidades y delitos de los hijos de Israel, todos sus pecados; se los echará encima de la cabeza al macho cabrío, y después, con el hombre designado para ello, lo mandará al desierto” (Lv 16, 21).
Texto evangélico:
“Entonces, Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después de hacer ayuno de cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre” (Mateo 4,1-2).
Texto patrístico
“«Dios mío, te invoco desde todos los confines de la tierra». Pero, ¿por qué ha invocado así? Porque tenía el corazón abatido. Con ello da a entender que el Señor se halla presente en todos los pueblos y en los hombres del orbe entero, con gran gloria, ciertamente, pero también rodeado de graves tentaciones. Pues nuestra vida en medio de esta peregrinación no puede estar sin tentaciones, ya que nuestro progreso se realiza precisamente a través de la tentación, y nadie se conoce a sí mismo si no es tentado, ni puede ser coronado si no ha vencido, ni vencer si no ha combatido, ni combatir si carece de enemigo y de tentaciones” (San Agustín).
Texto místico
“Tropezando, cayendo con vuestro Esposo, no os apartéis de la cruz ni la dejéis. Mirad mucho el cansancio con que va y las ventajas que hace su trabajo a los que vos padecéis, por grandes que los queráis pintar. Y por mucho que los queráis sentir, saldréis consolada de ellos, porque veréis son cosa de burla, comparados a los del Señor” (Santa Teresa de Jesús, Camino de Perfección 26, 7).
Consideración:
Jesús, ¿es necesario tanto abajamiento?
Se rebajó de su rango, y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos.
Nunca la caída debiera ser razón para permanecer en el suelo si el Maestro nos enseña a levantarnos siempre.