Los Jonas Brothers paseaban por el So-ho londinense y se encontraron con un cartel y una flecha que señalaba un sendero: “Georgeus People this way” (La gente guapa por aquí). Y ellos sin pensarlo dos veces siguieron la dirección de la flecha.
La gente virgen también encuentra una flecha que señala la dirección. Para vivir una auténtica virginidad la flecha señala a Jesús de Nazaret. La carta a los Hebreos advierte: “Fijos los ojos en Jesús”.
Él es el Camino Imprescindible para no desviarse. Existe esa posibilidad. Lo reconoció el Documente sobre Formación al afirmar que se pueden dar juntas la castidad y la dureza de corazón (Cf. P.I.,13).
El This way que tienen que seguir los que consagran su vida a la Causa del Reino de Dios, es mirar a Jesús para configurarse con Él. Si siguen ese camino será imposible compatibilizar orgullosamente la castidad con inhibiciones y dureza.
Mirar a Jesús Virgen
El espacio disponible permite sólo unas pinceladas, pero creo suficientes para dejar claro el camino que debe seguir un corazón que además de guardar la castidad quiere asimilar los rasgos característicos de la virginidad de Jesús.
+ Jesús, célibe por el Reino
En tiempos de Jesús el celibato era despreciado. Para intuir un poco las motivaciones de Jesús las podemos contrastar con algún caso excepcional que encontramos en el Antiguo Testamento. Se trata del profeta Jeremías. Pero su celibato es profético y simbólico. Con esa realidad ajena a la cultura de su época, el Profeta quiere denunciar la infidelidad de Israel. Como no han sido fieles a la Alianza son estériles, como lo es él que se sienta solitario.
Ya más cercano nos topamos con la imponente figura ascética de Juan Bautista que llama a la conversión y amenaza con el hacha que está a punto de caer sobre la raíz.
Ninguna de las dos figuras nos acerca a la comprensión del celibato de Jesús que manifiesta unas actitudes totalmente nuevas: Compasión, misericordia, predilección por los pequeños y despreciados por la sociedad. Su celibato tiene una sabia distinta. Nada tiene que ver los célibes que son eunucos de nacimiento o por violencia de los hombres. Hay quienes se han hecho célibes por elección por un sólo motivo: Por la novedad del Reino de Dios. Y anunciar esta Buena Noticia exige una total entrega. Jesús inaugura una nueva realidad: una virginidad consagrada a vivir los valores evangélicos y a darlos a conocer. Y eso lo entienden nada más que aquellos a los que se les concede ese don.
Jesús es el paradigma de esa disponibilidad total al servicio del amor. El celibato le da una libertad. No para convertirse en una soltería egoísta sino para dedicarse a tres tareas:
– contacto profundo y continuo con Dios.
– anuncio de la Buena Nueva.
– solidaridad con los marginados de la sociedad.
+ Una sensibilidad equilibrada al servicio del amor.
Uno de los dramas de nuestro tiempo es la inmadurez y la inestabilidad afectiva, fruto de la fragilidad familiar y del consu-mismo egoísta. Esta aldea global está incapacitada para comprender el amor gratuito. Esta perspectiva de gratuidad no está al alcance de los organismos internacionales -como el fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización de naciones Unidas (ONU)-, que reconocen con sonrojo que somos la primera generación con recursos suficientes para acabar con la pobreza y sin embargo se ha globalizado más la miseria que la riqueza. No hay voluntad política de justicia. Ante la crisis mundial ¿serán capaces nuestros gobernantes de escuchar la voz clara de la encíclica “Caridad en la verdad”?
Frente a este ser individual y colectivamente desquiciado contrasta la personalidad de Jesús que seduce por la armonía de su vida totalmente integrada. Esa integración proporciona el equilibrio afectivo que le facilita el dominio de sus reacciones en el trato con todas las personas. Tendría que recorrer casi todos los pasajes del evangelio para demostrarlo. Creo bastará uno: el banquete en casa del fariseo que presenta la sorpresa de la audacia de la mujer pecadora.
Irrumpe y sin respetos humanos cae a los pies de Jesús. Los riega con sus lágrimas y con su perfume y los enjuga con su larga cabellera. Jesús deja hacer con misericordia, con naturalidad. Es libre ante las sonrisas maliciosas de los comensales. Y por fin la gran lección al fariseo de doble cara. Y la ternura y misericordia hacia la mujer arrepentida: “Se te perdona mucho, porque amas mucho”.
Jesús muestra una madurez y una naturalidad en esta escena que revela que estamos ante el Hijo de Dios. Con la pecadora, con la adúltera, con la samaritana rompe barreras sociales, lo mismo que con los leprosos y publicanos…Nadie se atreve a preguntarle ¿por qué? Todos vislumbran y sienten la ternura de un corazón virgen y la mirada limpia y sencilla del amor.
+ La virginidad de Jesús es fecunda.
La fecundidad auténtica va a unida al amor. Y Jesús ha amado hasta entregar la vida para salvación de todos. No puedo desarrollar el tema. Pero los que siguen a Jesús Virgen han saltado las barreras de la esterilidad. ¿Alguien puede decir hoy, que la virginidad de la Madre Teresa de Calcuta no ha sido inmensamente fecunda?
Epílogo
Los consagrados que se configuran con Jesús, saben muy bien que si virginidad va más allá de una castidad a secas. Mirar a Jesús es el camino. Por ahí andan: Han encontrado la flecha que señala This way.
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