TRES LLAMADAS
“… mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mi vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo” (Is 55, 11).
-“Cuando recéis, no uséis muchas palabras” (Mt 6)
“Vosotros rezad así:"Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo… (Mt 6)
CONSIDERACIÓN
La Palabra de Dios es fiel. Dios cumple su Palabra, hace lo que dice. No se retracta la promesa, aun en daño propio.
La voluntad divina siempre es favorable al hombre. Pedir que se lleve a cabo el plan de Dios es un beneficio para toda la sociedad.
Dios no puede querer nada malo para su criatura. No nos arriesgamos si pedimos que se lleve a cabo su plan, previsto desde antiguo. Es lo mejor que nos puede suceder.
LA ORACIÓN
La experiencia fundante de Jesús es su relación con Dios, a quien siempre llama “Padre”. Aun en los momentos más recios encontramos en sus labios la invocación filial.
Jesús, como Maestro espiritual, nos enseña a orar, no como paganos, sino como discípulos suyos.
La enseñanza de Jesús nos desvela el secreto más sobrecogedor: por la fe se nos concede llamar a Dios “¡Padre!”
Lo más beneficioso que nos puede suceder es que se cumpla la voluntad divina en nuestra vida. Ningún deseo nos puede ser más favorable que aquello que Dios nos tiene dispuesto, si lo aceptamos, y con nuestra libertad personal, podemos pedir que se lleve a término en nosotros.
La oración cristiana es la relación que se establece con Dios, de tú a Tú, con la certeza de sabernos escuchados.
No tengas miedo en tu oración. Atrévete a pedir con fe que se cumpla en ti la voluntad divina y tu historia estará colmada de bendición.