Tres Llamadas: III Miércoles de Cuaresma

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.Tres llamadas

“¿Hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está el Señor Dios de nosotros, siempre que lo invocamos?” (Dt 4,8)

“Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión: Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz; manda la nieve como lana, esparce la escarcha como ceniza” (Sal 147).

“No he venido a abolir, sino a dar plenitud” (Mt 5, 17).

Consideración

Por iniciativa de Dios, hemos recibido una revelación positiva, que nos permite conocer su identidad. Desde el Génesis al Apocalipsis, los textos revelados nos ofrecen lo que Dios ha querido decirnos de sí mismo.

Jesucristo es la revelación de Dios más plena y más próxima. El evangelio asegura que quien ha visto al Hijo, ha visto al Padre.

¿Quién más puede decir que su Dios se ha hecho hombre, uno de nosotros?

La cercanía de Dios

Dios se ha hecho compañero nuestro porque Él quiere habitar en nuestros corazones, y nos ha hecho santuarios suyos.

Siempre que le invocamos, Dios nos escucha, porque en nosotros Él ve y oye el clamor de su Hijo hecho hombre.

No hay dolor, ni lágrima, ni prueba alguna que escape a la mirada misericordiosa de Dios.

El mandamiento de Dios es liberador, nos salva de perecer en toda idolatría, hasta de nosotros mismos.

El salmista llega a describir que estamos y vivimos sumergidos en Dios. Él nos sondea y nos conoce. Nos estrecha, nos abarca y abraza.

San Pablo cita autores griegos que afirmaban: “En Dios vivimos, nos movemos y existimos.”

No estamos solos, ni somos vagabundos de la existencia. Quien nos creó nos conoce, nos ama, nos acompaña y nos espera. Él se ha hecho Emmanuel, peregrino de la existencia, amigo del alma.