Tres llamadas: III Viernes de Cuaresma

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.Tres llamadas

“No nos salvará Asiria, no montaremos a caballo, no volveremos a llamar Dios a la obra de nuestras manos” (Os 14,3).

“No tendrás un dios extraño, no adorarás un dios extranjero; yo soy el Señor, Dios tuyo, que te saqué del país de Egipto” (Sal 80).

“Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios”  (Mc 12,32-33).

Consideración

Las tres llamadas son concéntricas y se polarizan en la afirmación esencial de que solo Dios es Dios, y nadie más merece nuestro reconocimiento, nuestra adoración y nuestro amor absoluto.

La buena memoria  ayuda a profesar la fe en el único Dios, recordar lo que Él ha hecho por nosotros, al igual que el salmista, que trae a la memoria la salida de la esclavitud.

Nada ni nadie son más que Dios, ni nuestras obras, ni nuestras ideas, aunque sintamos la tentación vanidosa de dar culto a las criaturas.

Idolatrías

Cabe que aun sin ser del todo conscientes, pongamos nuestro corazón en las obras de nuestras manos, y suframos una dependencia idolátrica.

Es posible que, bajo apariencia de afecto y amistad, seamos dependientes en nuestras relaciones humanas.

De manera muy sutil, nuestra naturaleza nos estimula a la vanidad, al amor propio, a la afirmación de nuestro yo, queriendo sobresalir.

Con frecuencia mitificamos a personas por razón de su poder, belleza, destreza, capacidad, creatividad o sabiduría.

Es bastante normal que un deporte o deportista se convierta en motivador de reacciones airadas o entusiastas, hasta alcanzar el delirio y la violencia.

La pertenencia ideológica y política suele exigir el sometimiento total a la reglas del partido.

Estas actitudes o relaciones deben alertarnos para que no demos culto a nada ni a nadie más que a Dios.