Tres llamadas
“Mirad: yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva: de lo pasado no habrá recuerdo ni vendrá pensamiento, sino que habrá gozo y alegría perpetua por lo que voy a crear.” (Is 65, 19)
“Cambiaste mi luto en danzas. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.” (Sal 29)
“Jesús le había dicho: «Tu hijo está curado.» Y creyó él con toda su familia.” (Jn 4, 53)
Consideración
No es indiferente que ya hayamos superado la mitad del tiempo cuaresmal. La Iglesia ha celebrado el domingo de la alegría, ha aliviado el color morado, y los catecúmenos ven más cerca el gran día de su bautismo, por el que en verdad sucederá algo nuevo.
¡Qué diferencia perciben los sometidos a esclavitud el día que se sienten libres! ¡Qué alegría inunda el corazón de los que alcanzan una tierra donde poder trabajar con dignidad! ¡Qué gozo se experimenta cuando se sale bien de un chequeo médico, si había sospecha de alguna dolencia grave!
La Pascua del Señor debiera concedernos los sentimientos de alegría y de libertad que da pasar de esclavo a hijo, de enfermo a sano, de parado a tener trabajo…
Una nueva creación
Es lapidaria la expresión de San Francisco de Asís: “Hoy comienzo”. Es una clave renovadora permanente, que libera del peso del ayer, gracias a la misericordia divina.
La novedad nos la dicta el corazón. ¡Qué diferente es encontrar de pronto el amor en la propia vida, porque amas a una persona y ella te ama, que vivir arrastrando los días, sin ánimo, creyendo que no interesas a nadie!
El enamorado ve luminosa la noche, siente cálido el frío, y la soledad es estancia habitada por la imagen de la persona amada.
La fe es el regalo que se nos entrega en el bautismo, por el que se iluminan nuestros ojos para poder interpretar todo en clave trascendente, de tal manera que ya no hay muerte sin vida, ni siembra sin esperanza de cosecha.
Una clave para reinterpretar todo acontecimiento como algo nuevo es mirarlo con esperanza cristiana. Al que ama todo le sabe a Dios, y el que espera presiente el amor divino.
En tu situación personal, puedes mirar con fe lo que sucede, y recobrar la esperanza.
Ábrete a la posibilidad de la novedad de vida, la que te ofrece saberte hijo de Dios.