Tres llamadas: Martes Santo

Tres llamadas

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre.” (Is 49, 1-2)

En el vientre materno ya me apoyaba en ti, en el seno tú me sostenías.” (Sal 70)

“Uno de ellos, el que Jesús tanto amaba, estaba reclinado a la mesa junto a su pecho.” (Jn 13, )

Consideración

Nos acercamos a días recios, y sin duda que cuando se precipita la intemperie, uno anhela, más que nuca, el hogar cálido, y ninguno como el seno materno.

Jesús se nos revela, según el Evangelio de San Juan, metido en los pechos del Padre antes de la Encarnación, y será esta memoria la que le dará fuerza en el combate. “Fiado en mi Dios, me meto en la refriega”.

Los cristianos tenemos estos días una doble llamada: querer ser el hogar amigo de Jesús, a la vez que sentirnos en su regazo, sobrepasados por el testimonio de amor que Él nos da.

Entrañados

Una experiencia fundante en el proceso de maduración de la fe es saberse amado entrañablemente por Dios, experiencia clave para superar los momentos duros. Las Sagradas Escrituras afirman este amor.

“Así dice el Señor, tu redentor, el que te formó desde el seno.” (Is 44, 24)

“Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes que nacieses, te tenía consagrado: yo profeta de las naciones te constituí.” (Jer 1, 5)

Así dice el Señor que te creó, te plasmó ya en el seno y te da ayuda: «No temas, siervo mío, Jacob, a quien yo elegí.” (Is 44, 2)

“¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ésas llegasen a olvidar, yo no te olvido.”  (Is 49, 15)

“Y ahora bendecid al Dios del universo, el que por todas partes hace grandes cosas, el que exaltó nuestros días desde el seno materno, y que nos trata según su misericordia.” (Ecco 50, 22)

“Como pastor cuida su rebaño: lleva en brazos los corderitos, en el seno los lleva, y trata con cuidado a las paridas.” (Is 40, 11)

“Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente, si alguno tiene queja contra otro. Como el Señor os perdonó, perdonaos también vosotros.” Col 3, 12-13)