Video – Comentario al Evangelio del Domingo, 16 de Febrero de 2025

15 de febrero de 2025

Bienvenidos al Rincón de Juan, comentario al evangelio del domingo 16 de febrero.

«Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.» Así podríamos resumir el evangelio de hoy. ¿Qué es la felicidad? Las bienaventuranzas que hoy meditamos en el evangelio nos lo intentan explicar. Es una cuestión sobre la que han corrido ríos de tinta; la filosofía, sin ir más lejos, intenta indagar desde hace miles de años sobre este concepto. ¿Qué nos hace felices? La eudaimonía, que es como la filosofía llama a la mezcla de felicidad y prosperidad.

Sin embargo, cuando leemos las bienaventuranzas de Jesús en el sermón del monte, como este domingo, parece que la felicidad se encuentra en situaciones difíciles. Jesús nos habla de los pobres, de los que lloran, de los que tienen hambre y de los perseguidos. Por eso, mucha gente dentro de la filosofía, sin abandonar este campo, como los famosos «maestros de la sospecha» (Marx, Nietzsche, Freud), dice que esta es la religión de los oprimidos, porque habla de una felicidad en la otra vida, no en esta. Pero no es así.

Jesús declara felices a los pobres, a los que lloran, a los perseguidos, etc., no porque estas actitudes sean deseables, sino porque estas personas —o nosotros mismos cuando sufrimos estos males— no están solos. Estos males, sean de opresión, injusticia o provocados por otros, no son absolutos. No nos exilian del amor de Dios. Dios está con aquellos que sufren.

Si analizamos las bienaventuranzas en Lucas, vemos que tiene cuatro bienaventuranzas seguidas de cuatro lamentaciones. Nos hace una advertencia: «No os creáis felices si caéis en la dinámica del dinero, los bienes materiales, el narcisismo, el éxito, la egolatría.» Buscar solo la satisfacción propia nos aleja de la verdadera felicidad. En cambio, si creemos en el amor, el perdón y la solidaridad, alcanzaremos la felicidad verdadera, la que llena el corazón y el alma.

Por lo tanto, la bienaventuranza no es optar entre bienes futuros o presentes (ser feliz en la otra vida o en esta), sino entre bienes verdaderos y bienes falsos. Los valores son clave: cuanto más profundo es el valor, más estable es la felicidad, porque no depende de las circunstancias externas.

Jesús nos dice que Dios quiere que todo hombre sea feliz aquí y ahora. El profeta Jeremías lo explica muy bien:

  • «Maldito quien confía en sus propias fuerzas y busca la felicidad apartando su corazón del Señor. Será como un cardo en la estepa, habitará la aridez del desierto.»
  • «Pero quien confía en el Señor será como un árbol plantado junto al agua, que echa raíces junto a la corriente. Cuando llegue la sequía, no la sentirá. Su hoja estará verde y no dejará de dar fruto.»

Busquemos esta felicidad no en nosotros mismos, sino en Dios y en la entrega a los demás.

¡Feliz domingo!