Video – Comentario al Evangelio del Domingo, 16 de Marzo de 2025

15 de marzo de 2025

Bienvenidos al Rincón de Juan, comentario al Evangelio del segundo domingo de Cuaresma, 16 de marzo.

«Qué bien se está aquí» es la expresión de Pedro, Santiago y Juan cuando contemplaron la gloria del Señor, porque se encontraban a gusto, se encontraban en paz.

Necesitamos nosotros momentos de gozo y de paz, momentos de satisfacción y de plenitud. Y fijaros, el segundo domingo de Cuaresma hace un spoiler, porque adelanta lo que es el fin de este camino que hemos empezado. El final de la Cuaresma es la Resurrección, y el relato de la Transfiguración del Señor nos adelanta ese final.

Pero no solo el final de la Resurrección, nos adelanta también lo que significa vivir con fe, lo que significa confiar en Cristo: es una experiencia de gozo, de satisfacción, de decir «qué bien se está aquí».

Los tres más íntimos de Jesús tienen esta experiencia en la montaña, que en la Biblia es el lugar de encuentro con Dios: el Monte Tabor, el Monte Sinaí, el Monte Horeb, el Monte Calvario. Y para llegar a la montaña, hay que subir. Es un verbo que también nos invita a practicar en la Cuaresma: subir.

Y subir implica esfuerzo, implica constancia, implica capacidad de sufrimiento, de resiliencia, saber aguantar. Solo llega a la cumbre, solo corona, aquel que mantiene su ritmo con esfuerzo, con constancia y con capacidad de sufrimiento.

Pero un ritmo paso a paso. Como dicen los montañeros: «Subir como un viejo», es decir, despacio, «para llegar como un joven», es decir, fuerte y oxigenado.

El camino de la Cuaresma, si vas solo, vas más rápido, vas a tu aire. Pero si vas con otros, vas más despacio porque tienes que acoplarte al ritmo del más lento, pero llegas más lejos. Lo mismo sucede en la vida espiritual. La Cuaresma es más bonita cuando haces el camino con otros: en tus reuniones, en tus encuentros de oración, compartes tus experiencias para llegar a la cumbre como una experiencia de alegría y de satisfacción, donde podemos sentir que el amor de Dios transfigura y cambia nuestra vida.

Evidentemente, el camino tiene sus momentos de dificultad. En la primera lectura de hoy, vemos la llamada de Abraham. Ya un anciano, Dios le pide salir de su tierra, le pide ponerse en camino, le pide atravesar una prueba dura y difícil. Sin embargo, Dios, para esa misión que le pide, le infunde ánimo y fortalece su fe.

Hay cuatro elementos en el relato de la Transfiguración que son muy significativos:

  1. La montaña, el lugar donde Dios habita.
  2. Las vestiduras blancas, que en la cultura semita son símbolo de fiesta y alegría.
  3. La nube, que representa la teofanía donde Dios se manifiesta.
  4. La voz de Dios, que dice: «Este es mi Hijo amado, escuchadlo».

Transfigurar significa pasar a la experiencia de gozo y satisfacción.

Fijaros en el relato de la pasión de Isaías: «Su rostro desfigurado no parecía hombre». El rostro de Jesús, de desfigurado, va a pasar a transfigurado. Aquí anticipa ese final.

Pues bien, en este camino de Cuaresma, también nosotros queremos subir, subir a la montaña y no olvidar esa meta para poder decir con Pedro, Santiago y Juan: «Qué bien se está aquí».

Porque al final, la experiencia de fe, la experiencia de estar con Jesús, es una experiencia de gozo. No nos desanimemos en este camino y subamos a nuestra montaña para encontrarnos con Él.

Feliz segundo domingo de Cuaresma.

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