Como alivio del color morado, como oasis en el desierto, como palmera en el arenal, la fiesta de San José nos ofrece un descanso en el camino penitencial, a la vez que las lecturas bíblicas nos confirman el mensaje más esperanzador de parte de Dios.
Sorprendentemente, durante toda la cuarta semana hemos descubierto cómo cada día se resaltaba una palabra con resonancia pascual. Hoy también, a pesar de que las lecturas son propias de la solemnidad, descubrimos la insistencia de una expresión esperanzadora.
La alianza de Dios con su pueblo, a pesar de la infidelidad, no tendrá quiebra por parte del Señor. Él es fiel “para siempre”. Si dejamos que se introduzca esta afirmación en nuestra conciencia, nos estremeceremos al traer a la memoria la contundencia con que se afirma: “Tu casa durará por siempre. Tu trono permanecerá por siempre” (2 Sam 7, 16).
El salmista se hace eco de la promesa y hace resonar el “para siempre”. “Tu linaje será perpetuo”. “Cantaré eternamente”. “Anunciaré tu fidelidad por todas las edades”. “Tu misericordia es un edificio eterno” (Sal 80).
Santa Teresa de Jesús se conmovía ante la expresión que manifiesta tanta fidelidad. “¿Qué le queda que desear a un alma que llega aquí, si no es que no le falte aquel bien para siempre?” (Concepto de Amor de Dios 6, 1). “¡Oh verdadero Rey, y qué razón tuvo la Esposa de poneros este nombre! Pues en un momento podéis dar riquezas y ponerlas en un alma que se gozan para siempre.” (Ibid., 6, 11).
Dios mantiene para siempre su favor, su alianza será estable. La mejor respuesta es la que da San José. Él creyó en la promesa, dio fe a la moción interior, se fió de Dios. Como el patriarca Abraham, San José creyó, y se le apuntó en su haber.
Pocos santos, como el esposo de María, nos dan mayor prueba de fe. Pero lo más impresionante es que Dios creyó en José, se fió del artesano de Nazaret, y puso a su cuidado los dos tesoros, a Jesús y a María.
Dios se fía de nosotros, Él quiere hacer su historia contando con las mediaciones humanas, con la colaboración de quienes confían y obedecen. Si, como en los días anteriores, nos fijamos en las veces que se cita una palabra, el Evangelio de San Mateo, que hoy se proclama, cita seis veces a José, tres a María, dos a Jesús y una a Jesucristo. No cabe duda de la importancia que significa la reiteración del nombre.
Fiémonos de San José. La Iglesia lo invoca como patrono, las familias lo tienen por custodio, muchas congregaciones religiosas llevan su nombre. Soy testigo de quien lo invoca como poderoso intercesor y protector.