Viernes de la tercera semana de Adviento

Este día, según el calendario mozárabe, se celebra la gran fiesta en honor de la Virgen en estado de buena esperanza, la llamada Virgen de la “O”, título que recibe por las antífonas que se cantan en el rezo de Vísperas, hasta Navidad.

(JPG) Es posible, desde la lectura del Evangelio que hoy se proclama, reflexionar sobre los momentos difíciles que pudieron transcurrir entre José y María, y que se resolvieron en el máximo respeto mutuo, en el obsequio de la fe recíproca.

El tronco de Jesé florecido, el vástago legítimo que salvará a Judá tiene su cumplimiento en Nazaret, en la casa del artesano José, esposo de una joven nazarena, que se llamaba María.

En la iconografía josefina, al esposo de María, se le representa con vara florecida, atributo de bendición, y en memoria de la profecía de Jeremías.

El gesto emblemático del carpintero, de llevarse a casa a su mujer, nos muestra la actitud adecuada para estos próximos días. Cada uno puede, de manera especial, hacer un lugar para las benditas personas de María y José, a la espera del nacimiento del Hijo de Dios.

Con frecuencia, cuando pasamos por situaciones difíciles, sentimos la tentación de pensar que estamos abandonados de la mano de Dios. Al ver a la mujer más amada por Dios, y a José, su esposo, con el sufrimiento de la duda, deberemos sentir alivio, al comprender que la prueba no significa desamor.

En momentos de intemperie, a la vista del comportamiento de María y de José, el silencio, la escucha interior, la paciencia y la espera confiada, son recomendaciones sabias.

-  En las pruebas, ¿dudas del amor de Dios?
-  ¿Eres ligero en tus juicios?
-  ¿Has descubierto la sabiduría del silencio?