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Dios es amor. Y quiere que todos se salven. ¿Por qué nos cuesta tanto aceptar ese amor? ¿Por qué, a veces, como a los contemporáneos de Jesús, nos parece mal que la salvación llegue a todos? Tenemos nuestra idea de la salvación y de los salvados.
Todos hemos asistido a alguna boda. El ambiente es de alegría, la gente participa de un proyecto nuevo de vida, y se nota. Eso en el “mundo”. En nuestra vida espiritual, sabemos que la Iglesia ha encontrado a su Esposo, vivimos en una boda permanente, porque Jesús nos ha elegido.
Quizá está reciente todavía la alegría de la Navidad. En Navidad comienza todo, y nos preparamos durante cuatro semanas. En la Pascua cobra sentido toda nuestra vida cristiana. Merece la pena prepararse.
La Cuaresma nos prepara para la Pascua. Que, como sabemos, no es una cosa demasiado bonita. Desde el principio, la Liturgia nos va marcando el camino. Jesús no engaña. Ni oculta la verdad.