El 13 de mayo de 1917, tres pastorcillos fueron testigos de las apariciones de Nuestra Señora en Fátima, que duraron hasta el 13 de octubre del mismo año.

El 13 de mayo de 1917, tres pastorcillos fueron testigos de las apariciones de Nuestra Señora en Fátima, que duraron hasta el 13 de octubre del mismo año.
Espíritu Santo, que me ungiste con tus dones el día de mi bautismo, no permitas que conviva con capacidades tan grandes, sin ser consciente de ellas y sin ejercitarlas; sería un desagradecido.
A María: “Hazme contigo llorar/ y de veras lastimar/ de sus penas mientras vivo./ Porque acompañar deseo/ en la cruz, donde le veo,/ tu corazón compasivo”.
He bajado hasta lo más profundo de ti mismo, y ahí te tiendo mi mano desclavada, para sacarte de tus infiernos. Ya nada me impide rescatarte, ni siquiera la muerte.
Jesús, ¿era necesario que llegaras hasta aquí? “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos”. La Cruz nos revela que Dios. en vez de aconsejarnos cómo soportar nuestro dolor, se ha convertido en nuestro propio sufrimiento. Toda cruz es sacramento de la Redención.
No es momento de comprender, sino de rendir el pensamiento, entrar en comunión con el dolor del mundo, adorar, y si puedes, llegar a decir en medio de la prueba: “Bendito sea Dios”. Confío en ti, me pongo en tus manos.
El 13 de mayo de 1917, tres pastorcillos fueron testigos de las apariciones de Nuestra Señora en Fátima, que duraron hasta el 13 de octubre del mismo año.
Espíritu Santo, que me ungiste con tus dones el día de mi bautismo, no permitas que conviva con capacidades tan grandes, sin ser consciente de ellas y sin ejercitarlas; sería un desagradecido.
A María: “Hazme contigo llorar/ y de veras lastimar/ de sus penas mientras vivo./ Porque acompañar deseo/ en la cruz, donde le veo,/ tu corazón compasivo”.
He bajado hasta lo más profundo de ti mismo, y ahí te tiendo mi mano desclavada, para sacarte de tus infiernos. Ya nada me impide rescatarte, ni siquiera la muerte.
Jesús, ¿era necesario que llegaras hasta aquí? “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos”. La Cruz nos revela que Dios. en vez de aconsejarnos cómo soportar nuestro dolor, se ha convertido en nuestro propio sufrimiento. Toda cruz es sacramento de la Redención.